"Zamora me ha parecido el gran paraíso del estilo románico", ha comentado un turista tras conocer la capital y provincia. ¿Y si además tuviera playa? Pues la tiene. Y no una sino decenas repartidas por todas las comarcas enclavadas junto a ríos y embalses, en armonía con espectaculares paisajes naturales. El turismo de playas fluviales es una oportunidad de desarrollo aún por explorar en Zamora. Hasta ahora solo los lugareños de esos enclaves disfrutan de aguas cristalinas y de solitarias calas de arena que les permiten darse chapuzones veraniegos sin soportar la masificación de las zonas costeras del país. Provincias como Cuenca, Albacete, Zaragoza, Ávila o Teruel ya han descubierto que sus playas de interior son un importante motor de desarrollo, y Zamora debe ponerse también manos a la obra.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística son contundentes. Zamora ha pulverizado el último año sus récords históricos en cuanto a número de visitantes y, lo que es aún más importante, el de pernoctaciones, lo que deja mayores ingresos en la economía de los establecimientos. Si el pasado año fueron más de 300.000 los turistas que pasaron por Zamora, los datos publicados por el diario este viernes son aún más contundentes: 150.000 viajeros en los primeros siete meses del año, techo absoluto desde que hay estadísticas. Ya en junio, el sexto mes del año, el turismo rural llegó a los 6.500 viajeros con 12.000 pernoctaciones, cifras solo superadas por León en la comunidad. El de establecimientos hoteleros también batió récord de nuevo con 45.000 reservas de habitaciones. Y todo ello no solo en la capital sino en la mayor parte de la provincia, con Puebla de Sanabria y su conocido Lago glaciar como epicentro.

Si cada vez más personas visitan Zamora y disfrutan de su románico, gastronomía y naturaleza, el reto está en ofrecer a todos ellos los alicientes suficientes como para que prolonguen su estancia. Y en el interior del país las playas fluviales, los embalses y los lagos son un regalo de la naturaleza que, dotados de las infraestructuras necesarias, pueden ser determinantes para que de una vez por todas el turismo se convierta en una de las principales fuentes de riqueza para la provincia. Los alcaldes de los pueblos próximos a estos enclaves lo tienen claro, pero no disponen de los medios suficientes para acometer las inversiones. De ahí que no resulte descabellado aunar esfuerzos en torno a un plan integral en el que se impliquen tanto las administraciones como la iniciativa privada. En plenas fiestas patronales de Toro, San Agustín, su pregonero, Teodolindo Chillón también lo ha reivindicado para su municipio: "Esta ciudad tiene un potencial enorme y podría explotar aún más el Duero con una playa artificial". Porque la playa siempre es playa, aunque sea junto a un caudal, y supone un atractivo turístico de enormes posibilidades de desarrollo.

La zona de Benavente, junto a Sanabria, es una de las que presume de mejores playas fluviales y cada fin de semana acuden a ellas 5.000 personas. Las más concurridas con "La Rasera", en Burganes de Valverde, y "La Barca", en Camarzana de Tera, aunque existen otras muchas de las que disfrutan los benaventanos y los pocos visitantes que se las encuentran cual tesoro mientras realizan una ruta. De ahí la necesidad de su promoción.

Los hábitos de viajar cambian y en esta ocasión en beneficio de Zamora. Los usuarios de autocaranavanas, en una reciente encuesta, sitúan la capital entre las ciudades mejor valoradas para viajar en este tipo de transporte. Una de las razones más importantes es que existen dos espacios habilitados para su aparcamiento, Valorio y Entrepuentes, ambos con servicios y gratuitos. Estos visitantes no solo pasan varios días en la capital, sino que se desplazan a otros puntos de la provincia, sobre todo si saben que tienen la posibilidad de bañarse en aguas limpias y en un entorno privilegiado.

El turismo de playas fluviales necesita del apoyo de las administraciones y de emprendedores que reciban a su vez las ayudas necesarias para la puesta en marcha de negocios que las potencien, desde restaurantes a tiendas o servicios de ocio activo. Pocos se pueden resistir a pasar unos días en Zamora si además pueden practicar deporte, caminar por sierras y parques naturales, nadar en ríos y tomar el sol en plena naturaleza.

Otras provincias del país ya están inmersas en el aprovechamiento de estos recursos. Zamora no debe ni puede esperar a que pase otro tren de desarrollo porque cada vez son menos los que lo hacen, y la población no deja de descender. Es obligado fijar habitantes y eso se consigue con nuevos nichos de actividad. Lo saben bien en Sanabria, donde Puebla, con su impresionante Castillo, el Lago y el paisaje que podría pasar por gallego, han logrado que el turismo sea el motor del día a día de la mayor parte de las familias. Y los negocios siguen en auge, aunque los responsables de los municipios próximos se quejen, con razón, de que en meses en los que la población se multiplica hay que hacer un esfuerzo extra por mantener al día servicios mínimos y, si es posible, ampliarlos para el bienestar de turistas y residentes.

Zamora tiene playas, solo hace falta rentabilizarlas.