La pasada semana se ha publicado en este diario el anuncio del cierre del comedor social de San José Obrero este miércoles, y el éxito de la grabación en la plaza y la degustación en el claustro de la Catedral de la cocina de MasterChef. En las fotos: tres mujeres solas colocando el pan en bandejas en la cocina de la Josa que cierra por falta de voluntariado, y cientos de zamoranos mirando tras una valla a los participantes del famoso concurso por curiosidad, ocio o para salir en la tele.

La coincidencia en el tiempo de ambos sucesos parece un hecho casual, igual que espero que el hecho de que en un caso se celebre en la Catedral y en el otro suceda en San José Obrero tan solo sea una casualidad. Pero lo cierto es que se da continuamente en la sociedad y es el pan nuestro de cada día, que ya no se repartirá en San José por muy "Obrero" que sea entre los necesitados, ante la indiferencia de la sociedad. Como también se diluirá la expectación social generada por el concurso de MasterChef una vez que la ciudad de Zamora se proclame "Reina por un día", como en aquel programa de la televisión en blanco y negro de los tiempos negros de la Dictadura.

"Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar", como dijo Antonio Machado. Pero no es lo mismo quedarse sin comer en San José Obrero, que sin degustar en la Catedral. Tampoco es lo mismo "pasar haciendo caminos" para quitar el hambre real, como han hecho las cocineras de la Josa, que pasar haciendo programas para promocionar la gastronomía.

Aclaro que no pretendo criticar al programa MasterChef, que favorecerá el trabajo en la hostelería, la promoción de los productos de buen sabor de la tierra y el conocimiento de Zamora fuera de las murallas conceptuales del turismo de sol y playa. Aunque también tenemos playa en los Pelambres -dicho sea de paso- y sol a veces, y buena gastronomía siempre. Lo que quiero decir es que persisten las diferencias sociales y aumenta el número de personas con hambre de pan, mientras la respuesta social ante éstas desciende como el souflé o las espumas de la "nouvelle cuisine". El comedor social de la Josa cierra por falta de manos y no por falta de pan, salvo "para tanto chorizo". Dicen las últimas cocineras que son pocas y muy mayores y no pueden con todo. Y eso es lo que le está pasando a Zamora: que somos menos, envejecidos y con pocas fuerzas para seguir luchando.

Tenemos la oportunidad de hacerlo este mes que cierra con la protesta en Madrid contra la España "vaciada", de la que Zamora forma parte desde los años sesenta del siglo pasado, debido a las políticas aplicadas que vaciaron primero los pueblos provocando diferencias entre el medio rural y urbano. Y que se ha convertido en un grave problema de despoblación que nos deja vacíos de jóvenes, servicios y empleo; llenos de nuevos problemas medioambientales, y sufridores de una nueva diferencia que llaman desequilibrio territorial.

A esta protesta territorial contra la España "vaciada" sólo le falta la unión de los estómagos vacíos, porque ambos vacíos tienen la misma causa, que algunos llamamos capitalismo, pero que con cualquier nombre es injusta. Así que ¡a llenar las calles de miles de personas, de miles de razones! Contra las diferencias o por la igualdad, que no es lo mismo pero es igual.

Como hay que tomar partido, espero que los zamoranos estemos menos expectantes -aunque no sea contradictorio- por la emisión del programa MasterChef para vernos y que nos conozcan fuera, que por el cierre de la cocina de la Josa para que coman los de dentro.

Espero que luchemos contra la Zamora vaciada de personas y las personas vaciadas del derecho a comer todos los días. Contra la España vacía de derechos.

(*) Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zamora