Para entender un poco el fenómeno que acompaña el éxodo de venezolanos que vemos en España y por los países suramericanos, hay que remontarse en el tiempo y entender los vínculos históricos existentes entre estos países.

La Gran Colombia fue un país de América del Sur creado en 1819, cuando definitivamente se termina la fase de 9 años de luchas por la independencia que terminaron con el estado colonial existente desde el siglo XVI. El término Gran Colombia se emplea por la historiografía para distinguirla de la actual República de Colombia.

Esta república existió jurídicamente entre 1821 y 1831 y se configuró a partir de la unión de las anteriores entidades coloniales del Virreinato de la Nueva Granada, la Capitanía General de Venezuela, el Gobierno de Quito y el Gobierno de Guayaquil. Su superficie correspondía a los territorios de las actuales repúblicas de Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela, incluyendo la Guayana Esequiba.

Venezuela fue primero colonia española y posteriormente parte de la Gran Colombia. Numerosos y poderosos vínculos se han creado con España y con sus países hermanos.

Hasta hace pocos años, el flujo migratorio era hacía Venezuela. Fue notable la emigración de españoles, sobretodo gallego y canarios hacía Venezuela. Indianos eran los españoles retornados, generalmente ricos de aquellas prósperas tierras. Muchos venezolanos son descendientes directos de españoles.

Los colombianos también emigraron a Venezuela durante el siglo pasado, era un país rico próspero, en pleno desarrollo. Su moneda, el Bolívar, era una de las más fuertes frente al dólar. Era un país donde el alto nivel de vida se respiraba en sus coches de alta gama que llenaban las calles, los hermosos barrios residenciales, los restaurantes y los clubes nocturnos abundaban con reconocidas orquestas bailables. Nadie imaginaba que en algunos años, las erráticas conductas equivocadas, relacionadas con las ideologías de izquierda, fueran capaces de destruir toda esta sociedad del bienestar y llevar el país a lamentables niveles de precariedad y pobreza extrema, pero lo que empuja a los venezolanos a emigrar, más que la pobreza, es la violencia, la impunidad y las injusticias asociadas a un absolutismo político.

Muchos venezolanos están ahora retornando a sus raíces españolas, otros viajan interminables distancias por países suramericanos. A excepción de los que emigraron a Brasil, donde el ambiente no parece muy favorable, su éxodo a través de Colombia, Ecuador y Perú no ha tenido mayores conflictos. En estos países han encontrado la solidaridad y el apoyo de la ciudadanía que los percibe como hermanos, y los gobiernos les han facilitado el paso sin mayores obstáculos legales.

Se calcula que el éxodo venezolano por Colombia alcanza un millón doscientos mil personas de los dos millones trecientas mil que han salido a diferentes países. Muchos se quedan por el camino, otros atraviesan buscando familiares en países más al sur o mejores oportunidades laborales y vitales. El mismo carácter latino hace fácil la convivencia y las actitudes solidarias, los ciudadanos de todos estos países conocen las dificultades, la pobreza, la guerra, y lo que valoran un día de paz y bienestar.

"Hermano, bienvenido, hoy por ti, mañana por mí?"

Ni las autoridades, ni los ciudadanos albergan ninguna animadversión, pero no faltará el oportunista que quiera hacer cosecha de las desgracias ajenas. Hay que estar atentos para no permitir que virus sociales se incuben en países debilitados y enfermos, como pasó con los movimientos islámicos extremos, que invadieron poblaciones debilitadas y cuesta muchos trabajo sanarlos políticamente. También existe el negocio de la guerra que aprovecha fomentar todos estos conflictos y hacer leña del árbol caído. La comunidad internacional debe estar atenta para denunciar y evitar todo oportunismo político.

Otro foco de conflicto se presenta, la migración que avanza por Centro América rumbo a USA, se necesita toda la solidaridad, claridad política, empatía y legalidad para afrontar estas migraciones, que se están volviendo endémicas de los países pobres y violentos a los otros países percibidos como de gran bienestar, los que se convierten en un sueño o un paraíso lejano.

La raíz de todos estos conflictos está en las desigualdades, la injusticia y sobretodo, la violencia interna. Diagnosticarlas, prevenirlas y sobretodo, estar atentos para denunciar y señalar oportunismos y malas praxis que agravaría todos estos conflictos.