Ni se pueden demorar las acciones que hay que tomar urgentemente, ni se puede consentir el desvarío que reina en el Parlamento catalán. Pedro Sánchez está en la obligación de no dejar solo al Rey de España ante las constantes afrentas y abusos que sufren su figura y su rango en la Cataluña de Torra y Puigdemont. Mientras no haya respeto a la monarquía no puede haber diálogo alguno, no puede haber entendimiento ni aunque en ello le vayan los presupuestos al Gobierno de Sánchez. La Jefatura del Estado está sufriendo constantes afrentas y el Jefe del Estado, el Rey de España, un acoso que ni el Gobierno ni los españoles podemos permitir que se convierta en derribo.

El Rey Felipe VI lo está haciendo bien, salvo esas cosas familiares que todos deploramos y que en realidad no las provoca él. Su actuación al frente de la Jefatura del Estado es impecable. Es un Rey preparado que está consiguiendo hacerse con el respeto y el afecto de los líderes políticos y las más altas instancias internacionales. Ese respeto y esa consideración no se la tienen los independentistas catalanes y un sector de españoles liderados por Pablo Iglesias que nos quiere meter la República con calzador. Como si la República fuera la solución. ¡Si nos lo garantizaran! pero es que no hay garantías que valgan.

Lo que no llego a entender son las arremetidas constantes de Iglesias contra el monarca, casi siempre sin venir a cuento, sin ser producto de su trabajo, que lo tiene, que lo hace y que lo cumple escrupulosamente. No entiendo que Iglesias tire la piedra y esconda la mano con lo que sabemos en España que hay detrás del líder morado, de la Tuerka y de todo lo que toca y convierte en dinero contante y sonante para sí, fundamentalmente, y lo que sobra para los suyos, es decir la mermada familia podemita en España.

El Consejo de Ministros no puede demorarse más, debe salir al paso de la reprobación hecha al rey Felipe por el Parlamento catalán. Ese recurso de institucionalidad del que habla Carmen Calvo debe hacerse efectivo ya. Será la segunda vez que el Gobierno de Sánchez se ve obligado a recurrir al Constitucional para anular resoluciones del Parlamento catalán que considera ilegales y, por lo tanto, inaceptables. Los Torra y el de Waterloo quieren romper la unidad de España en todos los ámbitos, no sólo el territorial. Con el Rey Felipe se están cebando. En ello se están empleando a fondo los separatistas de Torra y también En Comú-Podem que, casualmente, son los socios de Sánchez en el proyecto de los presupuestos. Estas son las cosas que no se entienden. Esto es lo que produce rechazo por parte de un cada vez más numeroso sector de la población española. Hay quienes piensan que lo que busca Podemos es acabar no sólo con el bipartidismo, sino con las elecciones generales, con el derecho a votar de todos los españoles, y lo argumentan de forma tan contundente que da pánico pensar que eso suceda.

España no es Venezuela, por mucho que algunos así lo quisieran. España es una monarquía parlamentaria y cuenta con un jefe del Estado que es recibido con todos los honores en cuantos países visita. Maduro no puede decir lo mismo. Iglesias tampoco. A éste sólo le quedan las repúblicas bananeras e Irán para darse importancia. Nuestro Rey, sin dársela, es bienvenido allá por donde va, en visita oficial o de carácter privado. A ver cuántos políticos pueden decir lo mismo.