Dos temas candentes, uno más que otro, para el comienzo de semana, y que aun van a continuar durante mucho tiempo en boca de todos. Son dos asuntos viejos, de hace bastantes años, pero aupados a la plena actualidad por su impacto en la sociedad. De menos a más resonancia pública está la filtración de las conversaciones secretas que al parecer Rajoy mantiene con los separatistas catalanes, y luego, por supuesto, la sentencia dictada por el caso Nóos absolviendo a la infanta Cristina de Borbón y condenando pero más bien poco, a Urdangarin, su marido, un hecho para el que se multiplican las opiniones de todo gusto pero con mayoría absoluta de quienes califican de injusto el fallo judicial.

Pero primero Cataluña, un proceso que se continúa, con la amenaza del referéndum para la secesión que mantiene aquel Gobierno regional y que prohibe el Gobierno nacional, la Constitución,la justicia y el sentido común. Al fin diálogo, el diálogo al que que tanto ha invitado siempre el presidente Rajoy, mientras los independentistas se le reían en las barbas. La confidencia de los contactos secretos ha surgido porque hace unos días el ex president de la Generalitat, Artur Mas, sacrificado mesías de la loca causa perdida, habló en Madrid de la posibilidad de abrir una tercera vía, algo que aunque no oficialmente ya se ha reconocido pero los catalanistas niegan. No se hablaría del referéndum, pero a cambio estaría dispuesto Rajoy a concesiones en forma de más autonomía, más competencias, más financiación, más infraestructuras públicas, y hasta delegar en Cataluña algunas de las funciones y los bienes del Estado. Desde luego sería un precio muy caro, pero Rajoy lo pagaría gustoso por acabar con el enconado conflicto, lo mismo que hicieron en su día Aznar y Zapatero a cambio del apoyo de los nacionalistas catalanes para poder gobernar. Ahora, en cambio, el PSOE en boca de Alfonso Guerra es muy rotundo al respecto: articulo 155 de la Carta Magna y suspensión de la autonomía de Cataluña.

De todo esto, por su trascendencia, se habla en la calle, pero menos, porque lo que manda es la absolución de una mujer perteneciente a la Familia Real - ¿cuando va a renunciar a sus derechos en la línea de sucesión de la Corona ?- y que, como otras implicadas en casos semejantes, no se entera de nada, pese a ser una señora muy ilustrada.Una mujer florero, como ha sido calificada, que es comparada ahora, aunque no sea exactamente lo mismo, con la cantante Isabel Pantoja, que ha tenido que cumplir condena de cárcel. Se comprende lo que tienen que haber pasado las tres juezas de Baleares que han dictado la sentencia, tan políticamente correcta, descafeinada, con penas mínimas. El caso es que once años después de descubrirse el escándalo, el condenado Urdangarín podrá seguir en libertad, mientras apela al Tribunal Supremo, de uno a tres años más, si se confirma que el fiscal finalmente no pedirá el ingreso en prisión, sino una fianza y el pasaporte. Claro que, por si acaso, se cuenta que se ha habilitado un presupuesto para acondicionar la cárcel en la que entraría el marido de la infanta. Y es que ya lo ha dicho el ministro de Justicia: que todos los ciudadanos son iguales ante la ley. Hay que tener humor. Y valor.