Ya está aquí el nuevo curso escolar. Niños y padres llevan días preparando el retorno, un gasto que cada año se hace mayor en cuanto a libros, material educativo, y demás. Los alumnos, sí, están deseando volver al colegio, ver a sus amigos y profesores, etcétera, asegurando que les gusta mucho ir a clase, aunque a todos les gusta mas no ir, aunque no todos lo digan. Los padres, por su parte, deseando el fin de las largas vacaciones. ¿Largas? Pues resulta que no tanto, y que hay países europeos, como algunos nórdicos, con tres meses de vacaciones de verano y con bastantes menos días y horas lectivos. Pero sea como fuere es la hora del regreso, con las típicas estampas de comienzos de curso.

Claro que este no va a ser un curso más, un curso como los anteriores, pues se inicia la aplicación en las aulas de la nueva ley de educación, una más, y ni se sabe ya cuantas van, impuesta en este caso por el PP y su mayoría gobernante, cambiando la anterior norma socialista. La Lomce, que es como se denomina la nueva ley, se empieza a aplicar este año pero no llegará a la totalidad del alumnado español hasta 2017 pues la reforma se va a hacer paso a paso, curso a curso, lo que no es mala idea. Claro que el PP se arriesga a que sea a su vez cambiada antes la norma si el año próximo gobierna una coalición de izquierdas que según todas las encuestas pudiera producirse. Y lo primero que harían es volver a cambiar desde la pretendida nueva ley electoral a esta de la hipotética mejora de la educación.

Porque las cosas, según los informes internacionales, no van tampoco nada bien para España en este terreno de la enseñanza y la cultura, lo que no extraña teniendo en cuenta los constantes cambios, según quien gobierna, ya sea PP o PSOE. Con la Lomce desaparece la tan polémica asignatura socialista de Educación para la Ciudadanía y aparecen otras sobre valores sociales y éticos, optativas a la religión, que no acaba de encontrar acomodo, por lo que parece, ni con unos ni con otros, pues es materia que se encomienda a cada autonomía remitiendo a la ley de oferta y demanda, pero sin intervención directa del ministerio que reserva sus facultades para los bloques troncales relacionados con Lengua y Matemáticas. Otra de las novedades es la aparición de las temidas evaluaciones al fin de cada ciclo, pero aún tardará en entrar en vigor, y otra más es que los profesores adquieren la condición de autoridad pública.

En Castilla y León iniciarán el curso 364.000 alumnos con un ligero incremento sobre el anterior, que se repite en prácticamente las nueve provincias de la región. En algunos cursos de Primaria y en FP básica se aplicará ya la Lomce, sobre la cual entre el profesorado se entrecruzan opiniones muy diversas. Lo fundamental y lo ideal sería llegar a un acuerdo entre todos los partidos para evitar que cuando cambia el signo del Gobierno cambie también sus leyes, pero esto nunca se va a producir. Así que no queda otra que afrontar la nueva reforma en materia tan decisiva. La comunidad castellanoleonesa está manteniendo unas posiciones muy dignas, e incluso destacadas, en cuanto a la enseñanza se refiere y es de esperar que en esa línea se continúe el nuevo curso.