Cada vez estoy más convencido de la inconmensurable suerte que hemos tenido por haber nacido zamoranos. Somos unos privilegiados; que digo privilegiados, Pueblo Elegido desde el principio de los siglos.

-No hay provincia como ésta, se lo digo yo, don Atanagildo, que he corrido mucho mundo.

-Ni sé cómo no se nos llena esto de gente que venga a disfrutar del paraíso, don Teonilo.

-Misterios de la existencia; no todo va a ser blanco y migao.

Uno ve, oye y lee lo que declaran nuestros próceres y, acto seguido, cae postrado de hinojos y se pasa el día elevando preces al Altísimo en señal de agradecimiento. Sin ir más lejos, eso es lo que hice yo nada más enterarme de que doña Clara San Damián, subdelegada del Gobierno y antes muchos cargos más, había afirmado que "en Zamora, el que la hace, la paga". ¡El peso que se me quitó de encima de una sola tacada! Ocho palabritas, ocho, y dos comas, dos, y se me abrieron los cielos. Con la de mangantes, trafulleros y demás que ha dado, y da, esta tierra, y todos, según la teoría de doña Clara, han recibido o van a recibir su merecido. Justicia divina, por intersección de San Damián, inseparable de San Cosme.

-¿Eso ha dicho la subdelegada? Ojalá, pero basta echar un vistazo por ahí y válgame Dios.

-Tiene usted razón; aquí pagar, lo que se dice pagar, siempre han pagado los mismos.

-Claro, hombre, al igual que cobrar, también han cobrado siempre los mismos. Y si no, repase la lista de apellidos mandones.

¿En Zamora el que la hace la paga? Por favor, doña Clara, ese es un precepto universal que empezó con el Código de Hanmurabi, aquel del ojo por ojo y diente por diente, y que, afortunadamente, se ha ido humanizando hasta alcanzar las leyes de nuestros días. De modo que su afirmación, con ese rostro de estricta gobernanta castiga sin postre, es solemnizar lo obvio, homenajear a Pero Grullo. Así debería ser siempre, que el que la haga, la pague. Pero eso mismo dijo Dolores de Cospedal cuando se supo lo de Bárcenas y fíjese donde nos llegamos. Hay delitos por los que sí se paga, y la Justicia tiene que ser rigurosa, y delitos que quedan ahí, que prescriben, que los abogados dilatan y enmarañan, que? pregúntele a Federico Trillo o a Carlos Fabra o a Matas.

En Zamora, no tenemos esos problemas, vivimos en la Arcadia feliz. Y si algo nos roza, enseguida echamos balones fuera. ¡Qué maravillosa reacción la del PP provincial y su presidente, Fernando Martínez Maíllo, cuando un ciudadano denunció en Benavente el pago de comisiones y regalos a Bárcenas a cambio de la adjudicación de contratos! Ese señor no es de aquí, no lo conocemos, no ha tenido contacto con nosotros, su única relación con Zamora es que está casado con una mujer de Fuentes de Ropel. ¿Y qué? Que yo sepa José Antonio Parelli no acusó de nada al PP zamorano ni al señor Maíllo ni a nadie de aquí, pero lo hizo aquí, ante la Guardia Civil de Benavente, en uso de sus derechos, por cercanía a su domicilio o por las razones que fueran. ¿O no podía hacerlo?, ¿o es que ha manchado el sagrado nombre de Zamora, esa provincia privilegiada, pura e inmaculada? ¿No sería más democrático apoyar su postura y que se aclare todo, o sea si cobró Bárcenas, para quién cobró, si se lo llevó todo él, si quedó algo entre las uñas de otros, en fin esas cosas? ¿Habría reaccionado igual Maíllo si la denuncia hubiera sido contra un cargo socialista, contra alguien de IU o contra Pablo Iglesias, que está de moda a la hora de recibir estacazos? Como canta Bob Dylan, la respuesta está en el viento.

Sobre las acusaciones de Parelli se cierne ya el olvido informativo, pero siguen su curso, o eso me imagino. Tiempo habrá de saber en qué quedan. Mientras tanto, el sacrosanto nombre de Zamora vuelve a estar limpio, como en época de Arias Gonzalo. Mientras tanto, disfrutemos de este agosto de mercados medievales, remembranza de faenas agrícolas perdidas, encierros, capeas, merendolas y demás. Gocemos de estos privilegios que nos depara la naturaleza desde la Creación para acá. No hay provincia como esta. Aquí no pasa nada. Y si pasa, seguro que el protagonista negativo no es de aquí. Cuando llegue el otoño, será otro cantar, pero para entonces todo el que la haya hecho, ya la habrá pagado. Y seguiremos siendo felices y comiendo perdices. (Lo de las liebres, con eso de la tularemia, puede estar más complicado).