La gastronomía de nuestra tierra se ha aficionado a viajar con ese magnífico fondo de recetas, variado, rico y atractivo.

Se ha marchado hasta La Rioja, a esas nobles tierras altas cargadas de historia, que a su vez poseen un patrimonio gastronómico de primerísimo orden, además de ese complemento de categoría y reconocimiento universal que son sus vinos. La gran colonia de zamoranos asentados en esas activas tierras, convertida en un hito que llenó con una lengua tan sonora han constituido la Asociación Zamorana de la Rioja, AZAR.

Y para que este nutrido grupo de zamoranos ahí afincados no estén solos, otro zamorano, el amigo Ferreras, para mayor alegría dirige la Escuela de Gastronomía, lo que ha favorecido estos intercambios culturales y gastronómicos de uno a otro lado con gran fuerza y estímulo por ambas partes en una armonía verdaderamente ejemplar como no puede ser menos entre gentes de tan nobles raíces en los que la geografía posa a la vez que la historia exige.

Y aquí empieza la fiesta desde las tierras bellas y atractivas de esa Sanabria inmortal, con una cocina mítica que nos ofrece desde unos habones excepcionales a una trucha con jamón, verdadera delicia gastronómica. Nada digamos si saltamos al otro lado de la Culebra. En San Vitero o Rabanales hacemos escala, podemos terminar con unos borrachos de la villa.

Pero estamos en la Semana de pasión y no podemos olvidar un arroz a la zamorana, ni las aceitadas. Cómo recuerdo esa célebre madrugada del Viernes Santo el rebojo, junto a unas almendras agarrapiñadas.

Y de citar estas menudencias nos llevamos unos feos de Villalpando auténtica delicia y curiosidad de las Tierras llanas. Minucias curiosas frente al inmenso caudal de grandes y atractivos platos y geniales creaciones de nuestros profesionales que Ferreras atenderá y guiará con éxito y acierto, de tal manera que la comida de las Tierras del Duero llame la atención en esa distinguida clientela.