Roma abrió las puertas de la Pasión de Bercianos a su conversión en patrimonio de la humanidad cuando el papa Paulo III, allá en el Campo de Marte, un 7 de enero de 1536, otorgaba al Cardenal Francisco la bula «vivae vocis oraculo» por el que se concedían las gracias e indulgencias a los cofrades de la Santa Cruz, de Penitencia, similares a las que individualmente se ganan el día de Viernes Santo visitando las iglesias de Roma. La histórica calzada del Vía Crucis fue adecentada en 1798, año en que se gastaron 10 pesetas y 2 céntimos para dar una convidada a los cofrades que allanaron la senda, que pasó a ser de rodera. En 1799 fue construida la actual Santa Urna con un coste de 1230 reales que aportaron los vecinos de Bercianos y devotos. Ya en 1814 se pagaron 13 reales por recomponer algunas de las cruces y en 1878 la cofradía se gastó 550 reales en un cantero por el labrado de parte de las actuales cruces en granito de Fornillos. Uno de los hitos históricos fue la talla del actual Crucificado y Yacente en 1691 para procesionar por primera vez en 1692. En 1831 el arzobispo de Compostela, prohibió el «Sermón del Descendimiento» persuadido de que causaba «confusión, algazara y otros desordenes ajenos de un Día Santo y Solemne que devoción en los fieles». Los devotos hicieron caso omiso y los continuaron celebrando.