La villa del Marquesado de Alcañices, señorío de casta y categoría histórica bien conseguida y labrada a lo largo de siglos y levantada sobre unos sólidos cimientos que llegan hasta la Edad Media, ha brillado con luz propia en la celebración de la Salud en su santuario mariano. Nuevo avance en esa histórica tradición de las Siete Hermanas que constituyen un firme hito espiritual y a la vez histórico y junto a este el vecinal y el de tantos y tantos sueños, tantas y tantas veces soñados y nunca conseguidos por saltar esa mítica Raya que nos ha separado sin saber bien por qué.

Hoy ese santuario constituye una auténtica referencia a lo largo de todo el año y dentro del conjunto marcará siempre una línea de marcha cada vez más firme y más segura hacia ese encuentro histórico de uno y otro lado, siempre soñado y siempre olvidado por las altas esferas de ambos lados, mientras el pueblo llano, ese que trabaja, firme y constante, seguro y fiel a sus sueños y esperanzas, lucha, vive y se acerca, con la fe como bandera y la constancia a la espalda, ayudando y festejando a uno y otro lado de la Raya cuando alguna de las Siete Hermanas les llaman y allí están firmes, alegres y seguros, como lo han hecho este año en la villa con toda la fuerza, la emoción y el recogimiento que la ocasión ofrecía, constituyendo una auténtica lección de solidaridad, de hermandad y de futuro, ese futuro hacia el que hay que caminar juntos y unidos, salvando estos siglos de absurda separación.

Aún recuerdo con verdadera emoción cuando don Ignacio Sardá Martín, con motivo de una fiesta organizada por la asociación zamorana «Amigos de Portugal», presidida por Darío Calvo y Ángel Sevillano, el charlista terminó con un bellísimo e inspirado soneto que llamó poderosamente la atención por su contenido y su mensaje hacia adelante, ese adelante que hoy junto a esta unión y colaboración festiva me ha hecho recordar aquel episodio tan bello como emotivo.

Nuestra calle dedicada a la ciudad de Braganza recuerda aquella etapa.

Capítulo unido lo constituyen las mascaradas que forman un fondo y un testimonio común de ese fondo que en la lejanía y en la distancia de los siglos se han mantenido vivos y han ido adquiriendo esos matices determinados por la influencia del medio y las circunstancias e imposiciones que los tiempos terminan imponiendo. A todo lo largo y ancho de la Raya, toda actividad cultural lleva un sello común, según valores y circunstancias pero están tan claros que cualquiera de los puntos o referencia desde la Villa de Alcañices, hasta Braganza, y sin olvidar que podemos llegar hasta Vila Real, todo es tan cercano y tiene tan singular tirón, que nos parece tan cercano como lo de Trabazos o Viñas y nada digamos si nos vamos un poco hacia el Duero, entonces te sientes en Miranda do Douro como en Fermoselle o Bermillo.

El santuario mariano de la Salud es un capítulo nuevo y a la vez un serio avance hacia ese futuro.