Habría que conocer en detalle la personalidad del maestro-arquitecto que vino a hacer la reforma -una auténtica obra de cirugía- del pórtico de la Catedral de esta ciudad, con el encargo preciso de abrir una nueva puerta principal, en una nave de trazado románico: Lo de menos eran las complicaciones constructivas de rigor: conexiones de muros de cantería, de bóvedas, de cubiertas? etc. En el libro de Gómez-Moreno no se nos dice nada sobre el autor de la obra.

El Cabildo, en el siglo XV, ya no estaba satisfecho con la entrada original, enfrentada al Castillo. No existían las razones para que la Catedral tuviese que mirar enfrentada a este, pues la ciudad crecía hacia la parte opuesta, y los ciudadanos tenían que hacer un esfuerzo para buscar el viejo acceso, casi escondido. Por eso la nueva puerta, debería tratar de alinearse con el comienzo de la calle -eje de la ciudad y con un tamaño de abertura que figuradamente fuese capaz de absorberla toda, de un golpe.

El maestro entendió muy bien el encargo, porque magnificó al máximo la abertura de entrada, que fue cubierta con un bóveda de cañón, y en proporción, que superaba a las que podían esperarse en el lenguaje románico, y que se convirtió, después de la intervención, en el rasgo dominante del templo, situando a la cúpula, sobre el mismo eje. Se constituye además como primera visión que se tiene del Monumento, desde la rúa de Los Notarios.

Sin duda, el cumplimiento pleno del objetivo le pudo librar de la crítica por haberse atrevido a utilizar una composición de tipo renacentista. Al fin y al cabo era un arte italiano, y aquí, conociendo la inclinación demostrada tantas veces por las versiones casticistas, constituyó seguramente toda una provocación. El argumento del maestro para vencer la resistencias iniciales del Cabildo sería que, con este estilo, se podía saltar la composición del pórtico a otra escala mayor que la propia del templo románico ¿Acaso no habían visto en Roma las grandes columnas, las puertas y ventanas de San Pedro, el arte de Rafael, Bramante, etc?

Un maestro renacentista

que merece reconocimiento

Nuestro personaje, posiblemente artista "del montón", merece que se le empiece a reconocer la valía de su trabajo, pues aparte de que demostró poseer la mentalidad abierta de un artista del Renacimiento, tuvo la intuición de sopesar las consecuencias, al lograr crear un foco de atención, con la apertura del nuevo acceso al templo, que iba a intensificar su relación visual con la ciudad. Esta relación iba a ser de naturaleza más compleja a partir del desarrollo urbano previsible, pero la obra, dentro de sus reducidos límites, había creado unos ejes de simetría que iban a regir su visión, y a partir de ahí, señalar los ejes estructurantes que deberían marcar el encuentro futuro que se produciría entre Ciudad y Monumento.

Con ello se cancelaba el tipo de ordenación espontánea de los tejidos medievales que envuelven, hasta prender en ellos, los monumentos, y que hoy todavía enseñorean este entorno. El Renacimiento, en cambio, impone las reglas para que el Monumento dé origen en su entorno a puntos de vista compatibles con su propia composición arquitectónica. El Monumento deberá ser contemplado de acuerdo con posiciones determinadas, y por ello los espacios de acercamiento al mismo deberán ser diseñados adecuadamente.

Este episodio, que no ha sido debidamente valorado en la historia de nuestra ciudad, muestra el papel de la arquitectura en relación con la ordenación urbana. Esta tiene dos formas de renovarse: con la sustitución de las piezas singulares de tipo residencial y con la incorporación de los elementos primarios, es decir edificios con alta representación y significado simbólico.

¿Dónde está la propuesta urbanística de la ciudad?

La arquitectura de los elementos primarios, por principio, abre horizontes, presiente el porvenir, encierra dosis de utopía y se funda sobre hipótesis que el arquitecto debe percibir a través de su sensibilidad. La arquitectura, la propia de los monumentos, siempre ha irrumpido para establecer nuevas reglas a su alrededor. Tal como hizo nuestro maestro renacentista, que osa romper con la tradición y logra que su propuesta -de libro- sea aceptada. Hoy ya la sentimos totalmente integrada en la percepción total del Monumento. Pero es obligado preguntarnos ¿dónde está la segunda parte, la respuesta urbanística por parte de la ciudad, una vez consumada la incorporación del atrio? Todas las intervenciones posteriores han sido como amueblar el salón de la casa con los restos heredados de los abuelos.

Tal vez, estemos en el momento en que pueda abordarse la remodelación de esta zona, paralizada por la permanencia de restos medievales, cosificada por reglas no escritas pero reales. Sólo a través de un conocimiento puesto al día se puede posibilitar la respuesta adecuada y con ello obtener espacios de representación, a tono con el Monumento, y así lograr dar un paso más para dar entrada al tejido residencial, hoy prácticamente ausente de la zona.

La conexión con el barrio de Olivares

Juntamente con el problema expuesto, sería el momento de poner de manifiesto otros problemas de los que no se habla, pero están ahí, pendientes de solución: no existe conexión inmediata de este entorno con el barrio de Olivares, necesaria tanto desde el punto de vista del propio espacio del actual Parque, cuyo aislamiento se debe principalmente a encontrarse encerrado en un fondo de saco, como también por parte del propio arrabal, en un momento feliz de recuperación, y que se beneficiaría por el acceso inmediato al Parque.

En una futura red de itinerarios peatonales que discurran por toda la ciudad, los propios del Parque deberán ir a encontrase con los que recorren las orillas del río, y para ello será necesaria la conexión aérea, cruzando la carretera que bordea el macizo de la ciudad, de modo que se haga accesible la parte alta de la fortificación. Así se ha hecho en ciudades históricas, como Toledo, Cuenca, Lisboa? etc, sin que el comportamiento visual de los elementos mecánicos, de las construcciones metálicas, se haya producido en detrimento de las imágenes consagradas por la historia.

Queda todavía la incertidumbre de la solución arquitectónica del futuro Museo dentro del Castillo, a la vista de los descubrimientos arqueológicos recientes. Ahora se abre la oportunidad de que el Museo deje de tener el carácter monotemático inicial, para convertirse en otro más generalista y que tenga un carácter interactivo con el entorno.

En fin, crear un centro cultural accesible al gran público, en una institución con un contenido pedagógico y abierto del Arte, que sea dinamizadora del entorno y centro de atracción para la propia ciudad.

(*) Foro Ciudadano de Zamora