Fútbol | Zuhaitz Gurrutxaga Exjugador del Zamora CF y autor del libro Subcampeón

Gurrutxaga, exjugador del Zamora CF: "La afición del Zamora CF es la que más me ha querido"

"Mi sueño era jugar en la Real, en Primera, y cuando llegó no pude con aquella presión, fue una pesadilla"

Gurrutxaga, en la foto promocional de su libro. | Libros del KO

Gurrutxaga, en la foto promocional de su libro. | Libros del KO

Paz Fernández

Paz Fernández

Zuhaitz Gurrutxaga estuvo en el Zamora CF en la temporada 07-08 y dejó huella. Su calidad y técnica eran evidentes, pero fue su forma de ser lo que le hizo ganarse el cariño de una afición que todavía le recuerda. Solo fue un curso como rojiblanco, que acabó con un remate que pudo haber sido el ascenso en Vallecas, pero cada vez que pisa la capital del Duero sigue recibiendo el calor de la ciudad. Su idea es volver a Zamora en enero para la presentación de su libro Subcampeón, donde cuenta, desde un punto de vista muy especial, los episodios de ansiedad y el desarrollo de TOCs que sufrió a raíz de su debut en Primera División con la Real Sociedad. Su época en el Zamora CF tiene su propio capítulo.

–Es el claro ejemplo del dicho "ten cuidado con lo que deseas, porque se puede hacer realidad". Cómo un sueño puede convertirse en una pesadilla.

–Sí, ¿y quién lo diría? Mi sueño desde pequeño, como el de cualquier niño de Gipuzkoa, era jugar en la Real, en Primera, y cuando llegó, que puede que fuera demasiado pronto aunque nunca se sabe, no pude con aquella presión. A raíz de aquello, de haber cumplido ese sueño, llegó la pesadilla.

–En su libro habla de ese partido ante el Atlético de Madrid, el de su debut, que despertó tantos elogios, pero ¿ya sintió que algo no iba bien?

–Ahí no, notaba que tenía nervios y miedo a fallar, pero supongo que como cualquier chaval. Reflexionando años después pienso que a esa edad hay dos maneras de triunfar: o ser mucho más maduro de lo que te toca con esos años o ser un inconsciente, que sale ante 40.000 personas, pide el balón y si falla, lo pide otra vez… pero yo no era ninguna de esas dos cosas.

–El miedo a fallar es lógico.

–Sí, pero hay gente muy echada para adelante. Pero a mí me pudo esa presión y ese miedo a fallar, tanto que prefería no jugar.

–Y esa presión le llevó a desear no ganar aquella Liga.

–Empezamos el libro con eso. Es lo que más apuro me daba contar, y eso que en el libro me desnudo mucho con otras cosas. Me daba mucho apuro por todos los aficionados de la Real que esa temporada 02-03 estaban deseando ganar la Liga. Hubo un partido en Vigo que, si lo ganábamos y el Madrid empataba, ganábamos la Liga, pero yo estaba tan mal en aquel momento con depresión y trastorno obsesivo-compulsivo que sentía que cada vez que ganaba la Real, que era casi cada domingo aquel año, la distancia entre mi tristeza y la felicidad de toda la provincia aumentaba, y me sentía muy solo, en una esquina. Entonces, cada vez que perdía, que era muy poco, sentía que estaba un poco menos solo. La idea de ganar aquella Liga y las celebraciones que hubiera habido me resultaba casi insoportable por pensar lo solo que me podía sentir. Se perdió en Vigo, se perdió la Liga y seguro que fui el guipuzcoano al que menos le afectó.

aparte de estar deprimido desarrollé TOC y hacía cosas irracionales que tenía que esconder

–¿No lo hablaba con nadie en aquel momento?

–Hasta que fue imposible esconderlo. Primero no sabía lo que me pasaba y pensaba, aunque suene feo y sea una pablara que no deberíamos usar por la salud mental, es que estaba loco. Hacía cosas extrañas porque aparte de estar deprimido desarrollé TOC y hacía cosas irracionales que tenía que esconder.

–Hasta donde quiera contar, ¿qué tipo de cosas?

–En el libro lo contamos con ejemplo concretos, y es todo irracional. Crees que en todos los lados hay virus, bacterias o enfermedades y no quieres tocar nada porque crees que te estás contaminando. Cada vez que tocas algo tienes que lavarte las manos con jabón compulsivamente y sube mucho la ansiedad. O tienes miedo de que has dejado algo encendido en casa: la luz, el gas, el horno, y tienes que volver. Una vez puede ser normal, pero cuando tienes TOC lo haces 5 o 10 veces.

–Cómo futbolista, defensa, evitar el contacto es imposible.

–Imagina marcar a alguien. Aquel año es verdad que tuve suerte porque no jugaba casi nada y los problemas eran en los entrenamientos.

–¿Cuándo se puso en tratamiento?

–Cuando acaba ese año del subcampeonato, que fue un gran éxito, aunque no ganásemos la Liga, mi madre se dio cuenta y yo no podía esconder lo que hacía. Me llevó a un psicólogo y fue lo mejor que he hecho en mi vida porque me dijeron que no estaba loco, lo que padecía tenía un nombre, y había tratamiento. Empecé a hacer terapia y poco a poco fui saliendo. De ahí fui al Algeciras, Rayo Vallecano, Real Unión, Lemona y después al Zamora.

Cuando ya nadie me quería, me fichó el Lemona y ahí resucité

–¿Pudo volver a disfrutar del fútbol?

–Al final en la Real no disfrutaba nada. Fui al Algeciras y no jugué nada porque yo ni tenía la cabeza ni había ilusión. Alguien me podía preguntar que por qué no lo dejaba, pero el fútbol es muy difícil dejarlo: un buen trabajo, bien pagado con 23-24 años. En el Rayo Vallecano no jugaba y después en el Real Unión tampoco. No merecía jugar. Cuando acabó esa época estaba hundido como futbolista, no me quería nadie. Hasta ese momento me fichaban como aquel Gurrutxaga que debutó en Primera y todos esperaban que resurgiera. Cuando ya nadie me quería, me fichó el Lemona y ahí resucité. Es un pueblo de 3.000 habitantes, iban 100 espectadores, no había presión mediática… Es el sitio más especial. Como nadie se acordaba de mí, no tenía que demostrar nada, ni rendir cuentas, y todo cambió. Por suerte y porque tenía compañeros que trabajaban 8 horas y luego iban a entrenar me decía a mí mismo "Zuhaitz, tú que solo tienes que hacer esto, aunque sea por vergüenza, ponte las pilas", y me las puse. Por primera vez en mucho tiempo hice un buen año y el Zamora CF, que es por lo que me alegro, me fichó no porque era el Gurrutxaga que jugó en Primera, sino por el Gurrutxaga que en el Lemona lo hizo bien. Por primera vez en muchos años un equipo me fichó por lo que era en ese momento y no por lo que fui. La llamada del Zamora CF fue uno de mis mayores logros porque me fichaba un club puntero de Segunda B porque lo estaba haciendo bien.

–Ese año en Lemona se enfrentaría al Zamora CF.

–En Lemona, cada vez que hacíamos noche fuera de casa, que era solo en los viajes muy largos, por costumbre salíamos el día anterior a ver las ciudades y a tomar unas cervezas, y las tres veces que lo hicimos, ganamos. En Zamora, salimos y ahí conocí la calle de Los Herreros: 18 tíos vestidos con el chándal del Lemona, antes de cenar, nos tomamos unas cuantas cervezas cada uno y al día siguiente ganamos 2-3. Imagínate esa tarde en Herreros, la gente nos miraba y nos decía ¡pero si jugáis mañana!

–Llegó el fichaje, y le tocó Miguel Ángel Álvarez Tomé de entrenador.

–Llegué y lo primero que me dijo fue: este año va a haber 38 partidos de Liga más cuatro de play-off porque lo vamos a jugar, y tienes que jugar 39 porque te perderás uno por sanción y dos por lesión. Yo le dije que lo intentaría y él me contestó que no me estaba diciendo que lo intentara, sino que los iba a jugar y que me pusiera las pilas. Efectivamente aquel año jugué 39 partidos. Desde Infantiles en la Real no había sido tan titular como en el Zamora CF.

–¿Cómo recuerda ese año?

–En el libro vamos por capítulos, y cada club en el que jugué tiene uno. El libro es divertido en general, aunque se hable de cosas serias, pero los que más me divierten son los años de Lemona y Zamora. Hablamos de que yo vivía en la Plaza Mayor, iba de paseo por la tarde… nunca me he sentido tan querido como en el Zamora CF. Nunca me ha querido tanto una afición, no porque los otros no me quisieran, pero en Zamora me querían mucho y busqué mi lugar y mi papel. Fue un año maravilloso con aquel play-off de Linares y después contra el Rayo. En la última o penúltima jugada peino un balón de cabeza que pudo ser el del ascenso… Luego, aunque se me ofreció seguir, me fui por motivos personales porque quería acercarme a casa, pero fue un año maravilloso. Nunca me ha querido tanto una afición como en Zamora, es la que más me ha querido.

–El fútbol ha cambiado mucho en los últimos años, ahora están los coaches, psicólogos deportivos… ¿le hubiese ayudado poder verbalizar cómo estabas?

–Era otros tiempos. Pero hay un problema todavía. Un esguince de tobillo lo puedes acreditar porque el médico lo ve, pero acreditar un problema de salud mental es más complicado. Pero, por suerte, hay psicólogos en los clubes y hace poco un jugador del Real Oviedo ha estado de baja por salud mental y lo ha dicho tal cual, y el club lo ha apoyado y eso es un gran salto. Igual que se espera a un jugador por un problema físico es importante que se le espere por un problema de salud mental.

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