Raro es quien visita Zamora y no se inmortaliza con el Duero a la espalda. Son incontables los retratos y panorámicas que se realizan de forma diaria desde diferentes ángulos y rincones de la ciudad con el río de fondo, pero es algo que ya sucedía cuando todavía las redes sociales no habían hecho su aparición.

Uno de los protagonistas de estas icónicas fotografías es Leo Messi, posando hace 20 años con su amigo y compañero de equipo Pau Torres, en una imagen que ahora mismo sería imposible repetir sin la presencia de una multitud de aficionados a su alrededor alzando sus respectivos móviles.

Esa instantánea de principios de siglo ha vuelto a la actualidad gracias al actual portero del Zamora CF, con quien Messi compartió, en edad Cadete y Juvenil, entrenamientos, partidos y concentraciones, una de ellas precisamente en la capital del Duero en un torneo con el FC Barcelona que se celebró en la Ciudad Deportiva y que les dio el pase a la final del Campeonato de España que, por cierto, ganaron los culés. Era la temporada 2002-03 “éramos unos críos”, enfatiza Torres, pero aquella visita quedó inmortalizada con una foto con el Puente de Piedra de la capital al fondo que ahora Pau ha rescatado de su archivo personal, y es que en el momento no podía pensar que dos décadas después jugaría en aquella pequeña ciudad que acababa de estrenar su Ruta de la Plata.

UNA HORNADA EXTRAORDINARIA

El portero rojiblanco fue uno de los muchos jugadores que crecieron en La Masía, compaginando el fútbol y los estudios, desde los 14 a los 21 años, una época “muy bonita”, que le marcó y en la que tuvo la oportunidad de conocer a, en ese momento, chavales que ahora son futbolistas top, de altísimo nivel, como es el caso de Fábregas, Piqué, Pedrito, Busquets… pero entre todos destacó uno: Leo Messi. Ambos de la hornada del 87, Pau Torres fue testigo de la llegada del futuro astro del fútbol mundial, y recuerda que “era un chico tímido”. “Acababa de llegar de Argentina, con todo lo que eso supone de cambio de vida, casa, cultura…, pero se veía que iba a llegar”. Prueba de ello es que tras dos temporadas en los equipos A y B Cadete, comenzó la campaña siguiente en categoría Juvenil para protagonizar un ascenso meteórico que en meses le llevó al filial y a debutar en el primer equipo. “Marcaba las diferencias, pero en ese momento no te imaginas que vaya a marcar una historia, que vaya a ser el mejor del mundo, al menos para mí”, recuerda el cancerbero, ahora a las órdenes de Yago Iglesias.

Sobre el carácter de Messi, coincide con todos los relatos que apuntan a que era un chico parco en palabras que “poco a poco, a raíz de una concentración de 12 días en Italia, se fue soltando, pero hay que pensar que éramos niños, y él subió rápido. Es verdad que al principio venía a ver nuestros partidos en juvenil, pero en cuanto empezó a despuntar en el primer equipo fue imposible, no le hubiesen dejado”.

Han pasado veinte años de aquella época y ahora, como sucede en muchos ámbitos, no tiene relación con Leo Messi, futbolista al que sigue y admira, aunque si los planes que dejó pendientes la pandemia sanitaria se cumplen podría haber un futuro reencuentro de aquella generación que fue cómplice y testigo de excepción de los primeros destellos de una estrella.