Adiós a la dama del Charro de Mayalde

Faltaban menos de tres meses para que Atilana García Holgado soplara la tarta de las 111 velas. No pudo ser. La vida de esta mujer enérgica, positiva y resuelta, se apagó en la Residencia de Peleas de Abajo donde pasó los tres últimos meses.

Hasta esa fecha, la anciana de Mayalde era cuidada por sus hijos, dos de ellos ya octogenarios, gracias a una portentosa vitalidad que cultivó desde niña.

Tras una larga e intensa vida de 110 años, Atilana García Holgado es ya parte de la historia de Mayalde y de la cultura tradicional zamorana, que encontró en ella una extraordinaria fuente de información para inmortalizar joyas del folclore como el Baile del Charro y Fandango de Mayalde, también conocido como el Baile del Duro.

Con esas tonadas, y de la mano de Luis Antonio Pedraza, ha despedido el pueblo de la Tierra del Vino a su vecina más longeva. «Atilana era una bailadora de mucha calidad, muy integrada con el baile tradicional, acompañando a Vicente Nieves (famoso tamborilero de Mayalde). Merecía un homenaje» expresa el músico zamorano.

Por eso, la flauta y el tamboril resonaron en su memoria en la iglesia y en la plaza de su pueblo, para despedir a una mujer inolvidable, alegre, admirada por mayores y pequeños. «Ella era madre de todos los grupos de danza tradicional de Zamora» evoca su nieta Carmina. Por la casa de Atilana pasaron estudiosos y recopiladores de canciones y bailes tradicionales que hoy la recuerdan con cariño y admiración.

Entre ellos Héctor Galán, párroco de Mayalde y miembro de la Asociación Etnográfica Don Sancho, quien ofició la misa de funeral de la mujer más longeva del pueblo. «Atilana era una gran bailadora del charro. Ha ido haciendo la historia del pueblo, dejando huella en toda la cultura tradicional y la música popular. En el cielo nos espera una eterna melodía con Dios».

Entre los reconocimientos que atesora la familia, el que la anciana recibió de Las Habas Verdes «por su valiosa colaboración en el renacer de nuestra cultura tradicional». O la fotografía que inmortaliza los cien años que celebró acompañada de miembros del grupo Bajo Duero.

Inundados por los recuerdos, sus descendientes evocan a una madre, abuela y bisabuela que «llenaba mucho». Igual bailaba el charro que se subía al escenario para representar una obra de teatro, animaba el grupo de águedas, desenvolvía una matanza, preparaba magníficos guisos o ejercía de modista.

También gustaba de dar buena cuenta del bollo maimón, que no faltaba cada 5 de octubre, incluso el de los 110 años. No se privó de viajar, cuando tuvo oportunidad. También visitó a sus hijos, cuando emigraron a Alemania. La mano de Atilana siempre estaba tendida.

Viuda desde joven, la hija de los panaderos de Mayalde crío a sus tres hijos a base de esfuerzo y tesón. Atilana contaba además con cuatro nietos y cuatro biznietos. «Se ha ido siendo vital» resume su nieta Carmina.

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