El fuego altera el paisaje micológico de la Sierra de la Culebra

Felipe Alonso Garrido, alistano y aficionado a la micología, realiza un seguimiento de la evolución de las nuevas especies que afloran en los terrenos calcinados

Felipe Alonso Garrido con su cámara fotografiando una seta en un pinar de Mahíde antes de ser arrasado por el fuego

Felipe Alonso Garrido con su cámara fotografiando una seta en un pinar de Mahíde antes de ser arrasado por el fuego / Cedida

A sus 64 años, Felipe Alonso Garrido no volverá a contemplar la sierra tal y como la ha conocido desde niño. "Desde mi ventana veía cómo florecían las urces en las zonas con menos pinos, cómo cambiaba de color el robledal disperso entre los pinares. Esas vistas no las voy a volver a ver porque, por mi edad, ya no me queda tiempo. Es muy triste no volver a ver aquellos pinares. Mi padre subía a la sierra y hacía carbón de brezo que bajaba con las vacas y las burras, y luego se comercializaba en Tierra de Campos para afilar rejas y formones en las fraguas. Si mi padre hubiera visto este desastre…". Este alistano, que vivió en primera persona la tragedia, pone voz al sentir de tantas personas enfrentadas al escenario de una sierra calcinada.

El devastador incendio del pasado verano ha desmoronado naturaleza y bienes, también prometedores proyectos. Y algo no cuantificable. El desgarro emocional de las gentes que han vivido de cara la mítica Sierra de Culebra convertida en un óleo de carbón.

Nacido en Mahíde, Felipe se crió entre ovejas y vacas, trabajando el campo desde niño. Su generación vivió el cambio drástico que experimentó el mundo rural, de una agricultura de subsistencia con labores que apenas habían avanzado en cientos de años, a la progresiva mecanización. "Allá por 1975 compramos el primer tractor y a partir de ahí se fueron aliviando un poco las tareas" recuerda.

Rhizina undulata

Rhizina undulata / Felipe Alonso Garrido

Aunque el trabajo, primero como guarda forestal ("guardamontes") en Porto de Sanabria y los últimos 30 años en el Servicio Territorial de Agricultura y Ganadería, le obligó a marchar, este alistano nunca se ha ido de Mahíde ni de todo lo que su pueblo le ha proporcionado. De forma muy especial, una insaciable afición por la micología. "Viene de atrás, de las temporadas que pasaba de pastor. Empecé por las plantas, conocía infinidad, y luego las setas. Salía buscarlas al monte con mi padre, aunque en aquellos años estaba hasta mal visto. Y de comerlas nada, como mucho “los roquetes” (Macrolepiota procera). A las setas se les tenía mucho respeto" evoca este alistano.

Los tiempos han cambiado. Y nadie como este aficionado –uno de los primeros socios de la Asociación Micológica Zamorana- para calibrar el tremendo impacto y el daño causado por el gran incendio del pasado verano en el corazón de la Sierra de la Culebra.

Plicaria endocarpoides

Plicaria endocarpoides / Felipe Alonso Garrido

"En los pinares arrasados por el fuego ha desaparecido la mayor parte del mantillo y la cubierta orgánica acumulada a lo largo de los años. El micelio de los hongos, en especial los de las especies que forman micorrizas, seguro que ha quedado seriamente dañado, por no decir totalmente destruido" ha escrito Felipe.

"El calor tan inmenso generado durante ese infierno que fue la noche del 15 al 16 de junio, lo abrasó todo. A la tierra la pilló en el peor momento, cuando arrastraba una sequía de meses. Después de esos calores infernales de casi 40 grados, la vegetación estaba deshidratada. La parte de suelo fértil donde había más micelio de los hongos, se volvió ceniza" describe quien sigue casi al milímetro el alcance del desastre en este rincón de Aliste.

"Se ha alterado por completo el medio. Tanto las especies simbióticas como las saprofitas que viven en la capa superior del suelo, han desaparecido. Hay sitios por donde vas caminando y te hundes en la ceniza, toda la capa fértil se ha abrasado".

Anthracobia melaloma

Anthracobia melaloma / Felipe Alonso Garrido

Y con ello un preciado recurso en pleno apogeo. "Para muchos pueblos ha supuesto un mazazo. Más allá del daño ecológico, del paisaje o de la conservación de especies, desde el punto de vista micológico es un desastre porque tienen que pasar muchos años hasta que vuelva a haber producciones de boletus como las que teníamos. Hay que pensar que son especies que forman micorrizas con los árboles y arbustos, y los pinos adultos han desaparecido. Hasta que no tengan 15 ó 20 años no empezaremos a ver los primeros boletales, principalmente de los géneros Suillus y Xerocomus. Los primeros boletus de interés gastronómico o comercial, el B. edulis o el B. pinophilus, tardarán mucho más. Es una auténtica desgracia".

Tres especies pirofilas en una sola foto: Psathyrella pennata, Pholiota carbonaria y Plicaria endocarpoides

Tres especies pirofilas en una sola foto: Psathyrella pennata, Pholiota carbonaria y Plicaria endocarpoides / Felipe Alonso Garrido

Felipe está haciendo un seguimiento de la evolución de las especies micológicas en la zona quemada. Así como el fuego se ha llevado por delante las especies emblemáticas, es el momento de las setas "oportunistas". Las nuevas condiciones no son tan inhóspitas para todos. "Con el paso del fuego, las especies pirófitas han encontrado la oportunidad de reaparecer para desarrollarse y completar su ciclo reproductivo, en su intento de sobrevivir y perpetuarse".

Peziza tenacella

Peziza tenacella / Felipe Alonso Garrido

Estas especies "se ven favorecidas por aumento del PH en los suelos quemados y la falta de competencia con otras al haberse destruido su micelio, para establecerse y multiplicarse. Es probable es que esta primavera haya una explosión de setas como las colmenillas o morchellas, por la modificación física y química del suelo que les es favorable" explica el alistano.

En el otoño e invierno ya surgieron determinados Ascomicetos, poco habituales o desconocidos hasta el momento por la zona, de los géneros Anthracobia, Plicaria, Peziza, Rhizina etc. y otras especies propias de las zonas quemadas que han proliferado en grandes áreas. "Además, también se irán estableciendo especies saprofitas que se desarrollan sobre madera en descomposición, en este caso sobre los tocones de las cortas de los árboles quemados" explica Felipe Alonso.

"Las zonas van cambiando. Es impresionante ver la explosión de los ascomicetos pirófilos. Cuando vas caminando entre ellos, rompen las ascas, liberan las esporas al aire y salen como auténticas humaredas, parecen setas humeantes" describe este “docto” alistano.

Pholiota carbonaria

Pholiota carbonaria / Felipe Alonso Garrido

"Soy un aficionado, sin más" precisa. Un apasionado que atesora miles de fotografías de setas, muchas expuestas en las redes sociales donde son legión los seguidores de este zamorano que se ha ganado el respeto del mundillo micológico.

Mahíde y todo el contorno es un paraíso de la micología. "Estamos en una zona privilegiada, en la transición entre Sanabria y el Este zamorano, en ese medio donde las precipitaciones suelen ser entre 850-900 litros al año, que está muy bien".

Felipe Alonso ha conocido la evolución, con especies tan preciadas como el Boletus edulis y el Boletus pinophilus, cuya comercialización empezó a mediados de los 80. "Coincide en un momento en que se empiezan a abandonar las tierras de cultivo al no haber relevo generacional, pasando a ser ocupadas por jaras, chaguazos y otros matorrales, hábitat idóneo para la proliferación de los boletus, que llegan a suponer un complemento para las economías familiares".

Schizophyllum commune

Schizophyllum commune / Felipe Alonso Garrido

¿Y el futuro? "Los restos de madera se van a ir descomponiendo, incorporándose otra vez al sustrato para que sea aprovechable por las especies de hongos y en general por toda la vegetación que surja. El ritmo de recuperación dependerá también de las condiciones meteorológicas. Ahora, con el cambio climático, todo es muy impredecible. Yo nunca había conocido temperaturas tan extremas y tan continuadas como las que vivimos el año pasado, antes de los incendios".

Faerberia carbonaria

Faerberia carbonaria / Felipe Alonso Garrido

Por fortuna, la naturaleza tiene una asombrosa capacidad de recuperación. "Los alistanos hemos conocido desde siempre los fuegos, pero ninguno como este último porque antes no tenían la posibilidad de continuidad sin límites. Pero resurgirá la sierra con el morado de los brezos en Semana Santa, ya empiezan a nacer los primeros pinos y en dos o tres primaveras volverá a estar cubierta de vegetación en aquellas áreas donde el calor fue menos intenso".

Plántula de pino

Plántula de pino / Felipe Alonso Garrido

¿Aprenderemos la lección? "Supongo que no se limitarán solo a hacer repoblaciones. Personalmente opino que no debería de removerse más el terreno ni hacer más terrazas que alteren más el suelo, porque no es necesario. Donde había pinos volverá a haber pinos sin tener que plantarlos, nacen solos, de hecho, ya están naciendo. En los sitios adecuados que merezca la pena tener buenas masas habrá que cuidarlas, y el resto de la sierra no apta para albergar especies arbóreas lo mejor es dejarla con su vegetación autóctona. Al calor de estas desgracias no podemos caer en mensajes como que hay que mantener todo el monte limpio. Eso es inviable. Donde haya arbolado con futuro, por supuesto que hay que tenerlo limpio y cuidado para protegerlo de los incendios; el resto, dejémoslo con su vegetación espontánea y autóctona, su biodiversidad, y su función de proteger los suelos y evitar la erosión".

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