La Opinión de Zamora

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Losacio, las cenizas tras las lluvias

Las primeras aguas arrastran los despojos del incendio que los vecinos y técnicos ya se afanan en limpiar

CONSECUENCIAS DE LA LLUVIA EN LAS ZONAS AFECTADAS POR LOS INCENDIOS EN LA SIERRA DE LA CULEBRA EMILIO FRAILE

Las carreteras de San Martín de Tábara vuelven a oler a humo por un momento. Las primeras lluvias fuertes han llegado a Zamora tras los incendios, aguas “que hacen falta”, repiten los vecinos en cada uno de los pueblos cuyo paisaje es negro.

Agua muy esperada, pero que “no empapa” el suelo, comenta una vecina de San Martín de Tábara sobre las lluvias que han llenado de cenizas los desagües del pueblo: las cunetas y extremos de las calles acumulan residuos de los últimos días arrastrados por la lluvia. Todos piensan que les espera un invierno largo de limpieza si los arrastres se repiten de nuevo. En Escober miran también el arroyo, por el que ha bajado el agua negra durante los anteriores días y cuyos restos pueden percibirse por los caminos.

Cuadrillas de la Junta limpian y retiran piedras de las carreteras tras las lluvias | E. F.

En Ferreruela de Tábara cada uno ya se ha afanado en limpiar lo suyo tras las lluvias, pero también lo de todos. En el regato había al menos medio metro de residuos acumulados que algún vecino ha tenido que sacar a paladas, según se comentaba en la tertulia del bar. Una pasta de cenizas que llena los campos y que poco a poco también se convierte en fango: la tierra ha empezado a ceder ya y el prestige que baña los cercados ya tiene cada vez más porcentaje de barro que los días anteriores.

Además, no solo cenizas se han llevado las primeras lluvias: las piedras también han empezado a rodar por las laderas. Las cuadrillas de la Junta y los servicios de conservación ya están desplegados por la zona: paladas de cenizas, piedras y fango salen a cada tramo de carretera. Mantenerlas limpias es una prioridad por el momento, tras verse tramos repletos de cantos y pedruscos durante los pasados días, en concreto, en la carretera hacia Sesnández, como afirman algunos testigos mientras toman café en Casa Pepa.

La pasta de cenizas y fango llena las proximidades de la carretera de San Martín a Ferreruela. | Emilio Fraile

Desde el local afirman que las lluvias son el tema de conversación de los últimos días: los arrastres, las piedras, los desagües y las inundaciones preocupan a los vecinos. Aún así, no quieren que deje de llover: “hace falta” señalan desde detrás de la barra. “Si llueve se limpia”, continúan, a sabiendas de que eso significa más esfuerzo para mantener el agua a raya. Sin vegetación, Ferreruela recibe las lluvias indefenso y el fango ya se ha colado en el arroyo cimentado, donde barreras improvisadas con troncos y ramas limpian el hilo de agua que atraviesa el pueblo.

Estas son algunas de las soluciones para afrontar el primer par de días de lluvias, en los que una casa ya se ha inundado con medio metro de agua en una vivienda al final del pueblo. De momento no hay más pérdidas a cuenta de las lluvias.

Las cenizas tras las lluvias

El nivel freático de los prados que rodean los pueblos ha generado riachuelos. El suelo emana agua: a veces corre hacia los desagües que cercan los lados de las carreteras y que bajan negros, y que esperan a que los trabajadores lleguen para limpiarlos. Otras veces, sin embargo, el agua se queda estancada entre los restos de cenizas, ahí es cuando grandes lagos negros aparecen en los caminos, donde los pastos verdes también empiezan a despuntar allí donde las llamas pasaron de puntillas.

Tres meses después la madera quemada también empieza a desaparecer del paisaje. Los trabajos para limpiar los restos del incendio forestal de Losacio avanzan, y con él, el paisaje de la zona muta y se adapta a la llegada del invierno. Nada se libra, ni si quiera los molinos de viento de la zona, que atraviesan revisiones y algunos incluso han sufrido un cambio de aspas y descabezados, esperan a que lleguen las nuevas.

Las cenizas tras las lluvias

Los pueblos de Tábara han atravesado las primeras lluvias, aquellas que se esperan desde el verano, y que aunque con problemas, traerán más agua tras las llamas.

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