Los encierros camperos siguen llenando el campo zamorano de fiesta y tradición, como en Venialbo, donde ayer los espantes tomaron la mañana y reunieron a cientos de personas en torno a la pradera del pueblo, donde no faltaron sustos y sorpresas para el gusto de todos los asistentes.

Un encierro mixto, como manda la tradición, que sufrió el primer percance al poco de empezar, cuando uno de los toros se dio a la fuga: hasta diez minutos de huida consiguió mantener el animal, que había saltado a otro de los recintos aledaños y que fue conducido de vuelta por la organización.

Bravos, de buena presencia y cornamenta, los tres primeros toros del más clásico encierro por el día de San Roquito procedían de la ganadería de Puerto de San Lorenzo, que salieron a cada cuarto de hora y fueron recortados ante los aplausos de los asistentes. Un buen juego que los astados ofrecieron para los aficionados, que subían y bajaban ante los aplausos de los asistentes, impresionados a cada golpe que cuajaban contra las barreras.

El cuarto toro de cajón fue recibido por un cortador que falló en la retirada, y quedó envestido contra las mallas. El joven solo sufrió cortes en la rodilla, suceso que no consiguió apagar el ambiente taurino y festivo que se vivió en las tres horas de encierro, con un toro regalado por el vecino Manuel Martín.