Abdón Segovia, viticultor de larga trayectoria arraigado en la Denominación de Origen Toro, comenzó ayer en Fermoselle el itinerario de formación promovido por la AECT Duero-Douro. El curso trata desde las cuestiones más básicas del viñedo hasta las técnicas más avanzadas.

–¿Qué posibilidades aprecia en el territorio de Arribes, muy en concreto en Fermoselle?

–Creo que muchas. Están intentando recuperar y adaptar los viñedos viejos que tienen con viñas nuevas en una zona que es complicada. Quieren prepararse para continuar sin renunciar a lo que han tenido. Es muy positivo que se sumen bastantes bodegas pequeñitas que quieren recuperar esos viñedos viejos y a la vez abrirse camino.

–Hablamos de una zona singular, que tiene sus complicaciones por la orografía del terreno.

–Muy grandes. En zonas de parcelas grandes podemos labrar, mecanizar y ahorrar una parte importante de dinero. Sin embargo en los arribes lo que no cambia es el suelo ni las formas ni el terreno, es complicado incorporar estructuras mecánicas. A estas zonas de bancales las han dado el nombre de viticultura heroica y para mi sí que lo es porque hay una serie de factores que no se pueden cambiar. Es posible modificar variedades, pero el espacio, el tipo de suelo, las terrazas y los bancales están ahí. Y todo eso quiere continuar manteniéndolo porque es muy diferente a otros sitios, es muy singular y requiere otras formas de trabajar las viñas y organizar las labores.

"A estas zonas de bancales les han dado el nombre de viticultura heroica y lo es porque hay factores que no se pueden cambiar"

–Aún con las dificultades que entrañan, estas zonas tan sinuosas y abruptas generan una atracción especial y producen vinos singulares. ¿Fermoselle y en general los arribes pueden seguir el ejemplo de la Ribeira Sacra o el Douro portugués?

–Sí, se puede sacar buena calidad. Pero a mi forma de ver hay un problema que crea todas las dificultades y es el dinero, el coste de todo ese trabajo. Cuando se vayan a sacar vinos de calidad en unas condiciones como las de Fermoselle y haya que ponerlos en el mercado habrá que garantizar un equilibrio de calidad-precio y vamos a ver cómo lo pueden defender. Porque si en un terreno normal un litro de vino cuesta hacerlo un euro, pues aquí puede ser dos y medio o tres. Si esa plusvalía se saca al mercado vamos a ver cómo lo acepta el consumidor. Porque al final quien lo va a sufrir va a ser el viticultor, que está trabajando, se está esforzando y tiene que intentar que su vino sea rentable para su negocio.

–Es el desafío que se plantea y para eso esta formación ¿no?

–Es un sitio bastante especial, está la ribera del Tormes y la ribera del Duero en unas circunstancias parecidas. La iniciativa de la formación es muy buena, con unos cursos muy extensos y completos. Y yo intentaré ayudar, desde el conocimiento de las variedades, la propia planta, el trabajo, las enfermedades, enseñar también a plantar para que no haya que depender de otros. Ya hay empresas, como se está haciendo en Ribera de Duero, en Rueda incluso en Toro, que vienen máquinas con el GPS y realizan prácticamente la plantación. Perfecto. Pero en parcelas de menos de media hectárea, entre bancales, no lo pueden hacer, hay que seguir trabajando de forma manual como nuestros antepasados o yo hasta hace poco tiempo. Hay que adaptarse al suelo, al terreno, a las orientaciones de los aires y también del agua, las escorrentías. Es un sinfín de cosas a tener en cuenta de acuerdo con las superficies y condiciones que tienen.

"Hay muchos consumidores y aficionados a los vinos que les gusta ver las plantaciones, los parajes, y Fermoselle tiene un entorno maravilloso"

–Pero a la vez esa forma de trabajo sin excesiva mecanización, casi artesanal, resulta atractiva, ahora incluso está de moda.

–Sin duda. Porque además, desde hace un tiempo para acá hay un cambio importante en el consumidor. Hay muchos consumidores y aficionados a los vinos que les gusta ver las plantaciones, los parajes. Y que cuando van a las bodegas a hacer una cata de vino quieren saber de dónde sale esa producción, cuáles son las variedades. Ahora que están tan de moda las visitas y las rutas de vinos, al consumidor le gusta tener el mayor conocimiento que se pueda de la zona. Fermoselle en su conjunto tiene unas vistas maravillosas y es muy diferente a lo que se puede ver en cualquier otra región, quitando excepciones como el Somontano, el Priorato. En Fermoselle tienen un puntazo.

–Se atreve a vaticinar el futuro para esta Denominación de Origen, porque las expectativas parecen positivas.

–No se va a evolucionar como Ribera de Duero o Rueda, con hectáreas y hectáreas, grandes bodegas que hacen millones de botellas. Aquí van a ser bodegas pequeñitas, muchas van a elaborar en las bodegas tradicionales que vienen de siglos de historia. Y todo eso puede dar un impulso importante a la hora de calificar los vinos y darle unos precios que permitan mantener los viñedos y sean rentables. Nadie hace una inversión a corto plazo, sobre todo en viñedo. Hay que pensar en 40-50 años como mínimo. El paisaje es diferenciador y también la variedad autóctona de Juan García, que es por la que más están apostando. Todo esto es lo que se quiere promocionar con un conjunto de gente que ya está pensando en quedarse para tirar para adelante.

"El paisaje de arribes es diferenciador y también la variedad autóctona de Juan García, que es por la que más están apostando"

–Fermoselle ha dado pasos con la declaración como Villa del Vino o las rutas de las bodegas, se está abonando el terreno.

–Hay una cosa que me agrada, gente que ha llegado nueva, que quiere hacer las cosas bien para sacar provecho de esta tierra tan singular. No podemos olvidar un aspecto importante como es la producción en ecológico. Yo estoy más en lo natural, en lo ecológico, incluso en lo que yo estoy haciendo con mis viñas y en mi bodega, la biodinámica. Que no es otra cosa que un poco más exacta y mejor que lo ecológico todavía, si cabe.

–El vino ha evolucionado hacia la distinción, la especialización, la singularidad. ¿En ese desafío los vinos de esta zona fronteriza tienen cabida?

–Las bodegas pequeñas que hacemos los vinos naturales vamos hacia otro estilo diferente a las que hacen millones de botellas. Económicamente no podemos adaptarnos a esas grandes superficies donde vemos miles de botellas muy bien presentadas a 1,5-2 euros el litro. Los pequeños tenemos que buscar esos huecos que nos dejan las bodegas grandes, ofreciendo un vino más natural, con menos química y unas sensaciones diferentes. Siempre nos queda algún agujerito por el que seguir andando. Los pequeños debemos de seguir en nuestra línea, no nos hace falta un crecimiento muy grande. Sí hacer unos vinos diferentes y posicionarlos en sitios diferentes, como pueden ser restaurantes, bares vinotecas especializadas.