José Álvarez Junco rememoró, ante un salón municipal repleto de vecinos, su infancia en Villalpando en los años 40 y 50, "un ambiente no muy distinto al de la Edad Media" en el que la vida la regían las campanas y los curas, había que conseguir agua de las fuentes todos los días y el transporte dependía, casi siempre, de la tracción animal, igual que en tiempos de Julio César.

Desde entonces Villalpando y España se han convertido en un país moderno, equiparable al resto de Europa occidental, experimentando en seis o siete décadas cambios que en otros países llevaron siglos.

"Que no me digan que los españoles somos un desastre", concluyó Álvarez Junco, animando a los jóvenes a propiciar un segundo cambio como el que su generación protagonizó durante la Transición a la democracia.