Las medidas preventivas adoptadas por los ganaderos de la zona de Codesal son importantes para evitar ataques de lobo al vacuno. Uno de los ganaderos que ha sufrido bajas en los primeros días del año es Oliver Castedo atiende una vacada de 42 ejemplares. Su explotación cuenta con un primer perímetro de protección con pastor eléctrico que impide tanto la salida de las vacas como la entrada de otros animales.

En un segundo perímetro hay un vallado de alambre de 1,40 metros de altura. A mayores los terneros corretean entre otra línea de corrales vallados. "Pero si el lobo quiere saltar, saltará" afirma el ganadero al que solo le falta poner un teléfono móvil a cada vaca. La explotación está a 200 metros del casco urbano de Codesal, a un paso del pueblo.

Algunos de los animales cuentan con un dispositivo de seguimiento GPS que "en todo momentos sabes dónde está la vaca, los kilómetros que ha recorrido, si ha cambiado de lugar, sabes hasta la temperatura del animal", constata Oliver Castedo.

El pastoreo en el paraje del Sierro se ha visto truncado a raíz de las incursiones del cánido salvaje. Los seis mastines que custodian las reses no tienen nada que hacer frente a las manadas que patrullan el territorio. En una ocasión circulaba con el tractor cuando "aparecieron 16 lobos juntos. Los perros se metieron debajo del tractor, menos uno que salió a hacerles frente. Los perros temblaban. Tuve que parar y bajar del tractor porque no salían".

Los ganaderos no meten las vacas en la cama pero casi. No hay máquina de fichar horas laborales que siga el ritmo. Tras cubrir las necesidades de los animales durante las horas diurnas "vuelves a las once de la noche a ver. Vuelves a la una de la mañana. Si oyes algo, aquí estas a las cuatro o las cinco, a las 8 de la mañana vuelves".

La queja es generalizada por la tardanza de la Junta de Castilla y León en pagar los daños en un territorio donde la principal actividad es la práctica cinegética.

El pasado invierno los lobos mataron 20 terneros de Antonio Canas otro de los ganaderos asentado en la zona de Manzanal de Arriba, en Codesal. Fueron unas pérdidas inasumibles para su explotación de unos 260 animales, que le obligaron a llevarse toda la vacada a Villardeciervos.

En estos días tras los ataques del lobo ha trasladado unos 140 animales a Villardeciervos, mientras que otros 120 estarán todavía en los pastos de Codesal. El motivo, cuenta, dos bajas -una vaca y un ternero- y le faltan dos animales que, al no aparecer, considera que estarán muertos. Nuevos ataques de lobos con la complicación de que sus bajas no serán indemnizadas al estar al otro lado de la carretera, límite de la Reserva de la Sierra de la Culebra.

La zona donde tiene las vacas está rodeada de un pastor eléctrico y custodiada por los mastines, pero el monte bajo es un refugio idóneo para el lobo. A campo abierto, las vacas se agrupan para proteger a los terneros y afrontar el ataque. En el escobal, las nodrizas no tienen capacidad de repeler un asalto, como explica este ganadero de Villardeciervos. Antonio Canas muestra el lugar, entre escobas de casi dos metros de altura, donde los cánidos acosaron a la vaca que al final apareció muerta a escasos metros del cercado. Una imponente vaca de raza autóctona "cachena" exhibe su espectacular cornamenta en medio de la vacada de Canas. Pese al tamaño de sus defensas "es un animal muy noble y tranquilo pero hay que tener mucho cuidado en el manejo. No es un animal de volumen espectacular "pero es una de las mejores carnes". A 7 kilómetros, en Manzanal de Arriba, tiene otra manada de vacas y no ha sufrido el acoso de los lobos, como él mismo corrobora.

Es difícil cuantificar las bajas pero por ejemplo un macho de raza charolesa seleccionada cuesta 4.000 euros, 90 euros por la inseminación de la hembra, del año 2012, en plena producción que mataron, además de la pérdida de terneros. Los ganaderos no incluyen el coste de la limpieza de terrenos como medida preventiva de incendios.

Tanto Oliver Castedo como Antonio Canas piden el control de la población de lobos. Lejos de la fama que arrastran los ganaderos ninguno pide el exterminio del depredador de la Sierra porque "nuestros abuelos convivieron con él, nuestros padres, y ahora a nosotros también nos toca convivir con ellos" pero dentro de una presión demográfica racional y no una superpoblación.