La caída de la tarde y la puesta del sol por Constantim en Portugal trajo las frías sombras a la multitud enfrascada, ya en la anochecida, en aplaudir y felicitar a los Cencerrones, una comitiva donde la voluntad y conjunción entre mozos y mozas -ninguno pasaba de los 25 años- aventura un futuro esperanzador a la celebración. Abejera de Tábara siempre fue un pueblo de buenas y acogedoras gentes y antes de llegar la hora de la despedida el pueblo invitó a una sabrosa y caliente chocolatada a todos sus residentes.