Antonio Garrido (en la foto) es uno de los vecinos que se esmera en lograr un caldo a gusto de los paladares. Elabora unos 700 litros de vino y estos días se aplica en la labor de «pasar» el líquido de unas cubas a otras, una tarea que, según expresa, realiza «seis o siete veces», antes de meter el caldo de Baco en una barrica de roble. En la cuba de madera lo tiene luego reposando otros cinco o seis meses para que el vino adquiera el cuerpo más pasional posible. Antonio Garrido tiene, además, la bodega preparada, con un fuego, para el disfrute de la bebida bien acompañada; del trago y del taco que dicen.