El pequeño universo de Coomonte no lo es tanto, porque en él cabe desde la crítica social al arte sacro. Su taller y su cabeza tienen la semejanza de no estar nunca quietos, y de ahí han salido obras de la talla del exterior del edificio del Banco de España de Zamora, la mítica Farola, y hasta una sinagoga en Tánger. Su serie de «Cabezas» se puede admirar hasta junio en la Biblioteca Pública del Estado, una exposición que aunque es puro Coomonte, es solo una parte del artista, que se apunta sin remilgos a las nuevas vanguardias y firma obras clásicas con la misma maestría. Ahora, dice, ya tiene años y experiencia para poder hacer la obra «que me dé la gana», y en eso está.

-¿Cómo explica la exposición de cabezas que acoge la Biblioteca Pública?

-No cabe duda que las cabezas es otro tipo de obra a la que estoy haciendo ahora. Ahí yo me estoy exponiendo, pero no es solo eso lo que hago, Coomonte es muchas cosas más. Las cabezas es algo como una columna, donde está el capitel. La cabeza es el capitel del cuerpo. Hay veces que pienso que mi cabeza se ha hecho joven y mi cuerpo se ha hecho viejo, así que ahora cuando subo escaleras tengo que ayudarme de la barandilla, pero también tengo charlas muy dinámicas con gente joven. En el estudio todo lo que hay yo me lo he bregado, tengo mucha obra pública y privada y además también tengo muchos años y experiencias, pero soy un joven, un joven viejo.

-¿Y qué pasa por la cabeza de Coomonte?

-Pienso, como recoge la muestra, que hay gente con mala cabeza, con la cabeza llena de pájaros, de ladrillos? hay cabezas de todo tipo. Yo entre perder cosas, incluido patrimonio, lo que no quiero perder es la cabeza, por suerte la tengo todavía bien montada. Tengo pendiente impartir una conferencia en la Escuela de Arte de Zamora, en la que les hablaré de técnicas y de lo que quieran saber, yo estoy abierto a todos.

-¿Se considera un artista accesible?

-Soy una persona accesible, mi estudio se ha abierto para mucha gente, pero me doy cuenta de que tengo que tener cuidado, porque no me sirve de mucho abrirlo sin sentido, lo mío ya está hecho todo.

-Con 82 años es usted un convencido joven de espíritu, a pesar de que en el arte ha sido muy precoz. De hecho la exposición actual en la biblioteca recoge obra de cuando tenía tan solo doce años.

-Sí a los diez, doce años ya dibujaba y tallaba. En la muestra hay un dibujo de una virgen, el boceto, y la propia virgen. Pasos de Semana Santa tengo desde los 18 años y el premio en Salzburgo de «El Ostensorio» tenía 28 años.

-El Ostensorio del dio fama mundial, cuando ganó la bienal de Salzburgo. ¿Le tiene un cariño especial?

-Es una pieza que me gusta mucho, habla de Nicolás de Cusa, un cardenal del renacimiento, del año 1400, un personaje importantísimo. Ahora estoy en conversaciones con la Junta para poder traerlo, porque ha estado viajando mucho tiempo.

-A pesar de que es un autor muy prolífico desde su infancia, afirma que cuando le tocó escoger carrera no sabía lo que quería ser.

-Es cierto, me dijeron que era un artista y me metieron en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, menos mal que no me metieron de político, porque habría sido uno más.

-Alguien que ha sido bautizado como cristiano en Benavente gana años más tarde el concurso de la sinagoga de Madrid. Casi nada.

-Me gusta el arte sacro, pero no solo el cristiano, el trabajo de la sinagoga de Madrid me gustó mucho y también he diseñado la de Tánger.

-¿Cómo vive la Semana Santa?

-Es como si las ciudades quisieran traer una clientela de consumo, pero también se viven momentos muy religiosos. Ahora se va a hacer en Madrid una gran exposición de arte sacro de los años 60 y 70 en la que soy de los supervivientes.

-¿Se considera un rompedor?

-Ahora estoy a la vanguardia, pero también tengo mucha obra clásica.

-Rompedor con una vertiente clásica y sobre todo muy activo.

-Me gusta moverme, porque lo que no se mueve está muerto.

-¿Considera que al igual que el país, la cultura también sufre la crisis?

-Ahora la cultura está dejando un vacío muy grande y lo que va a entrar es la vulgaridad, que va a ocupar ese espacio, de hecho ya está entrando. En España, pero también en el mundo.

-Después una carrera tan prolífica a la que todavía no le ha puesto fin, ¿Qué le queda por decir a través de sus trabajos?

-Eso es lo que yo me planteo ahora, porque hay gente que escribe muy bien, como García Márquez, y es de admirar, por eso yo escribo poco. Para mí el dibujo es la asignatura troncal, luego está la pintura y la escultura, y de ahí derivan los ordenadores y los nuevos programas para diseñar. Yo me pregunto si el arte es cuestión de belleza, pero no, porque no hay nada feo, ni nada bellísimo. El horror parece que lo tenemos distinguido con las guerras, que son todas estúpidas, y tengo trabajos sobe ello. Todos son perdedores en una guerra. ¿Que qué me queda por contar? Es lo que me pregunto yo ahora.

-¿Qué opinión le merece la figura del recién fallecido Gabriel García Márquez?

-Lamento no haberlo conocido, porque la vida y el mundo es lúdico, y a mí me gusta esa parte, entrañable, bonachona y divertida. Eso me gusta.

-¿Cómo le ha tratado a usted la vida?

- Yo estoy muy agradecido con la vida, he podido recuperarme de mis éxitos y mis fracasos, y ya no quiero más ni de uno ni de otro, quiero quedarme como estoy y hacer la obra que me dé la gana. Yo no quiero ser el santo varón de nada, pero la naturaleza es muy agradecida. Todo viene de la tierra, y la estamos agujereando.

-Aunque asegura de forma ferviente que no es un ni un cura ni un filósofo, hay frases suyas que ya están muy extendidas.

-Yo siempre digo que lo que más me jode de morirme es no poder hablar, pero por otra parte me consuela mucho que a todos les va a pasar lo mismo. Esa especie de mala jera es divertida.

-¿Siguen saliendo nuevas obras de su taller de San Marcial?

-Sí, sigo maquinando constantemente. Ahora tengo una idea para un monumento importante en Castilla y León, en el sitio de Los Comuneros, porque yo comparto mucho su pensamiento. Sería un monumento al grito, ese grito profundo, dentro de la tierra. La tierra, donde vivimos, es generosa, pero las personas no somos nada generosas, seguimos abusando de todo? y como yo digo, no soy cura, ni quiero serlo, soy un humanoide. Y sobre eso también estoy creando, además de trabajos con El Bulli y los alimentos de diseño. Yo quiero estar en activo y de momento lo estoy consiguiendo, la cabeza me acompaña.