Asegura que su experiencia con el terremoto de 2009 en Costa Rica, donde estaba trabajando en esa época, le ayudó a que «el susto no fuera tan grande», pero aun así, el zamorano Vicente de la Iglesia Domínguez reconoce que el seísmo de la semana pasada en la ciudad chilena de Iquique, donde se encuentra trabajando en la actualidad, ha sido una de las experiencias más impactantes que ha tenido.

Los temblores más fuertes se produjeron los dos primeros días de abril y desde entonces, como tantos otros, ha tenido que dormir en su coche, junto al resto de vehículos de vecinos, compañeros y amigos, aparcados todos en un campo de fútbol. «Anoche (por el martes) ha sido la primera vez que he podido volver a dormir en una cama, en mi casa de nuevo. De hecho, ha habido nuevos temblores de 4,7 y 4,2 grados y ni siquiera me he enterado», relata.

Días antes, los temblores habían sido mucho mayores. «Los edificios se movían literalmente, el primero de los terremotos duró tres minutos y nos sacó a todos a la calle. En una de las réplicas, yo me había ido a mi coche a fumar y saltó cinco centímetros del suelo», explica. La situación hace que la gente, gran parte de ella viviendo estos días en tiendas de campaña, «esté muy asustada». La situación ha provocado que el gobierno haya decidido sacar a los militares a las calles «para evitar cualquier intento de saqueo en tiendas o gasolineras, porque los primeros días había ya falta de alimentos y agua potable», lamenta.

Su vivienda no ha sido una de las más afectadas por los continuos corrimientos de tierra, al vivir en un primero. «Afortunadamente, no se me ha movido ni un cuadro, pero la torre tiene 25 pisos y los apartamentos de la zona más alta están sin ventanas. Los edificios más dañados son los de la zona más pobre de la ciudad y muchos tienen miedo de volver a sus casas. La situación es menos preocupante en la zona de playa, donde vive la gente con mayor poder adquisitivo». Desde Sacyr, empresa para la que trabaja, «se ha acogido a muchos trabajadores, ofreciéndoles colchones y comida en estos días». Además, la población también se está instalando en tiendas de campaña en las dunas, «marcadas como zonas seguras de tsunami».

Chile es un país «acostumbrado» a los terremotos y en todas las azoteas de Iquique hay instalados altavoces que avisan a la población de cualquier peligro. «En estos últimos días hemos tenido varios avisos por alerta de tsunami», indica el zamorano, de 44 años y natural del barrio de San José Obrero, quien en lo personal asegura sentirse «perfectamente, aunque haya tenido sensaciones raras». De hecho, afirma que todos los españoles que conoce en la zona se encuentran bien.

Las réplicas desde principios de este mes han superado las 800 y lo que más teme la población de Iquique ahora es que llegue un nuevo seísmo a la zona. «Las autoridades gubernamentales están avisando de que todavía se espera un terremoto más fuerte, que puede alcanzar los 9 o 9,5 grados, pero no se sabe cuándo puede ocurrir», alerta el zamorano.