Del trabajo minucioso y manual del taller a los grabados digitales y a las firmas mundiales de joyería de primer nivel. Del oficio artesanal y autodidacta a la formación especializada avalada por títulos universitarios y de los reales a la transición a las pesetas y finalmente a los euros. Sus 128 años de trayectoria han convertido a la joyería Alba en testigo privilegiado de los grandes avances experimentados en el comercio tradicional y también en víctima de crisis incluso más acusadas que la actual, como las desembocadas tras la segunda Guerra Mundial, la Guerra Civil española o, sin ir tan lejos, la recesión económica acontecida a principios de los años 90.

«La impresión es que la crisis que sufrimos ahora es la más fuerte pero la que tuvimos en el 92 fue todavía peor», asegura Dionisio Alba Álvarez, representante de la tercera generación de una dinastía familiar que cuenta con nombre propio en la sociedad zamorana. La recesión actual pasa factura al sector de las joyerías, desplazadas en la lista de las prioridades de gastos. «Los clientes vienen con un presupuesto mucho más cerrado y limitado y mientras que antes la gente pagaba lo que le gustaba ahora se ajustan a un precio predeterminado», explica Alba, que ha heredado el negocio familiar puesto en marcha por su abuelo, Dionisio Alba Pardo en 1889.

La primera joyería se abrió en Toro para trasladarse poco después a la Plaza Mayor, donde ocupó un local en los antiguos soportales situados junto a la iglesia de San Juan, ya derribados. El establecimiento permaneció allí hasta 1940, cuando vuelve a cambiar de ubicación para emplazarse en la calle Benavente (esquina con la calle Santa Clara). Este fue la ubicación más duradera de la joyería hasta hace dos años, cuando cerró allí sus puertas para reabrirlas en un enclave aún más céntrico si cabe, en plena Plaza de la Constitución. «Hemos apostado por unas instalaciones modernas en las que contamos con sala de exposiciones, taller y laboratorio gemológico», destaca Dionisio Alba Álvarez, quien cuenta con la ayuda de sus dos hijos, Ramón y Elisa, para llevar el negocio, gemólogo el primero y licenciada en Empresariales, la segunda.

Las técnicas de orfebrería y joyería ya no son las mismas ni tampoco las preferencias de los clientes. El fundador de la joyería, Dionisio Alba Pardo, trabajaba por encargo y primero elaboraba las piezas en plomo para luego reproducirlas en oro y plata. Más tarde, su hijo, Dionisio Alba Marcos, toma las riendas del negocio familiar tras trabajar en el taller de Los Parra, en Madrid, donde tuvo la oportunidad de aprender la técnica de grabado de Miguel Cumplido, grabador de la Casa Real de Alfonso XIII. Ayer cumplió 91 años rodeado de toda su familia, con la que también celebra estos días la concesión del Premio al Comercio Tradicional otorgado por la Junta de Castilla y León. «Para mí es una gran satisfacción que la joyería haya resultado distinguida con este premio después de tantos años de trabajo», según reconoce emocionado. También destaca que a pesar de la ampliación de su oferta el comercio «sigue disponiendo de joyas típicas como los pendientes de pera de Sayago, los collares de Carbajales o los botones charros». Junto a estas alhajas el cliente puede encontrar en este establecimiento marcas de joyería y relojería de primera línea, a los que se sumarán próximamente nuevos artículos de regalo. La evolución de la oferta de este establecimiento responde a los cambios de hábito de compra de los clientes, «cada vez más exigentes y con mayor capacidad de compra», subraya Dionisio Alba Álvarez. Para ilustrar el cambio de demanda experimentado en las últimas décadas pone de ejemplo que «cuando yo era pequeño te compraban un reloj cuando hacías la primera comunión y te duraba hasta que hacías la mili mientras que ahora el cliente compra pendientes o relojes como complemento al traje o al vestido que se vaya a poner».

Al margen de las joyas, este comercio tradicional también destaca por su labor restauradora. «Restauramos las obras realizadas por los plateros zamoranos entre los siglos XVI y XVII pertenecientes a la Diócesis de Zamora y también trabajamos con otras diócesis de Castilla y León y Portugal», señala Dionisio Alba. Además, este comercio zamorano fue el primero en realizar miniaturas del cimborrio de la Catedral en plata y del personaje de Viriato así como la primera reproducción del tesoro de Arrabalde. A ello se suma la elaboración de trofeos exclusivos que también se ha encargado de realizar la joyería.

La familia Alba no sólo se ha ganado un hueco de excepción dentro del sector joyero zamorano sino también dentro de la Semana Santa de la capital. Dionisio Alba Marcos fue el fundador de la hermandad del Jesús Yacente así como de las Capas Pardas y la Borriquita, a las que en la actualidad pertenece su hijo, que es hermano mayor de la primera de ellas y que también desfila en el Santo Entierro. Además, Dionisio Alba Alvarez ocupo la presidencia de la Junta Pro Semana Santa durante siete años.