Con una opinión pública incondicionalmente a favor de la reapertura de la clausurada vía férrea de la «Ruta de la Plata», los políticos han utilizado el asunto como ariete de propaganda y promesa electoral normalmente cuando están en la oposición y es el rival quien ocupa el Gobierno.

«Volveré en tren». La reinvindicación «de boquilla» del tren tiene ejemplos para dar y tomar sobre el funcionamiento del refrán que habla de que no es lo mismo predicar que dar trigo. Célebre es la promesa electoral de José María Aznar, quien el 28 de mayo del 87 prometió en Benavente que volvería en tren a la ciudad. Desde entonces se han sucedido declaraciones y promesas, incluso por escrito, como el no menos célebre «Plan del Oeste» del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, uno de cuyos puntos dice textualmente: «Se considera asismismo básica, la unión del Oeste de la Península por un nuevo corredor vertical de ferrocarril convencional "Ruta de la Plata" que una las Redes Norte-Noroeste, Galicia y Asturias, con el resto del Oeste, así como con el Sur, Extremadura y Andalucía». Mociones y pronunciamientos se han aprobado en los parlamentos regionales de Castilla y León y Extremadura en este sentido aunque, claro, echan la pelota a un tejado gubernamental con suficientes «goteras» como para asumir una inversión multimillonaria y además quedarse con el posible déficit de explotación.

t Estudios de viabilidad. Y si en estos años ha habido declaraciones, no le han andado a la zaga estudios de viabilidad e ideas para la reapertura aunque de la mayoría, como el último que en teoría está haciendo el Gobierno, se conoce poco más que el anuncio de su encargo. Un estudio realizado hace años por Luis Aliste cifraba en al menos 210 millones el coste de la reapertura de la línea, una cantidad asumible teniendo en cuenta las ventajas en ahorro de kilómetros y de cobertura del territorio que proporciona. Otras opiniones, como la de José María Fraile son más pesimistas. Este ingeniero técnico de Obras Públicas, que fue decano del Colegio de Castilla y León, es claro: «Lo que a mí me trasladan los técnicos de Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) con los que hablo es que esa línea está obsoleta, que habría que renovarlo casi todo y que aún así, los trenes no podrían circular a más de ochenta o cien kilómetros por hora». «Yo entiendo -añade- que sólo hay dos posibilidades con ese tramo: dejarlo en el olvido o convertirlo en vía verde, que en mi opinión es la única solución asumible».