Rescatan la figura del creador de "El Porvenir de Zamora", embrión de lo que, con el tiempo, serán los Saltos del Duero-Iberduero-Iberdrola. Isabel Díaz de Aguilar Cantero, nieta de aquel ingeniero, y Federico Suárez, historiador, publican un libro, "Federico Cantero Villamil, crónica de una voluntad. El hombre. El inventor", sobre ese gran emprendedor, nacido en 1873 y fallecido en 1946. La edición del volumen, que será presentado el próximo viernes, a las 20 horas, en la Biblioteca de la Fundación Centro Nacional del Vidrio (Real Fábrica de Cristales, de la Granja de San Ildefonso), está patrocinada por varias instituciones y entidades, pero ninguna de ellas es zamorana. Cierto que una representación, del mundo cultural y empresarial, asistirá al acto.

El volumen, que recoge documentación zamorana -procede, fundamentalmente, del Archivo Histórico Provincial-,

«quiere exhumar la memoria de un hombre, un técnico, un inventor, un pensador, desconocido», explican Suárez y Díaz de Aguilar, «porque ha sido siempre ley histórica, deleznable, que los pueblos han vuelto la espalda a sus verdaderos benefactores». Y, tras el acto cultural en Segovia, los autores presentarán su trabajo, en octubre, en Madrid. La obra ofrece «aspectos biográficos, logros facultativos e inventos de un jovencísimo ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, nacido en 1874, que con sólo 22 años encarna el "espíritu del 98"», explican los autores. Cantero «busca el resurgir de España para recorrer nuevos caminos», que «no son distintos a los que marcan la eficacia de las ideas prácticas y el amor a España, demostrado con el trabajo honrado, cotidiano y obstinado».

Suárez Caballero destaca que el ingeniero «tiene ultimado su primer proyecto» en 1897, aunque su construcción se inicia un año más tarde, «en pleno desastre nacional» . Y con esa iniciativa «ha pasado a la historia de la ingeniería hidráulica española». Había comenzado la «exploración del río Duero» un año antes, «al intuir su valor, extraordinario, como fuente de energía hidroeléctrica, energía decisiva, por barata y abundante, para la pretendida industrialización de Castilla la Vieja». Contribuía, de ese modo, según los autores, a «la regeneración de España».

La central de San Román, a ocho kilómetros de la capital, «fruto de sus primeros hallazgos», es «una obra revolucionaria, técnicamente, en su época». Suministraba energía a Zamora, Salamanca y Valladolid, así como «a varios centenares de pueblos de las tres provincias». Se presenta, «a estas alturas del XXI, como paradigma en las aulas universitarias de la especialidad». Y se destaca cómo «el joven ingeniero llega con sus prospecciones al tramo internacional del Duero, obtiene concesiones y diseña presas de gran altura», que después pasan a «la historiografía de las grandes obras hidráulicas».

Otra importante faceta creativa de Federico Cantero es la de inventor, con una veintena de patentes. «En este camino, el de la experimentación, se encuentra en los inicios del siglo XX con el firme propósito de hacer volar un helicóptero, a pesar de las dificultades, de toda índole, siempre presentes en el desarrollo de sus proyectos». Había iniciado los experimentos en Zamora. Y «hacia 1908 se lanza a la conquista de nuevas cumbres en la aeronáutica, aventurándose en la conquista "vertical" de la capa de gas que envuelve nuestro planeta con un aparato más pesado que el aire». Federico Suárez recuerda que De la Cierva, «también ingeniero de Caminos», comienza «por esos años sus investigaciones en el ámbito de la aeronáutica con idénticos propósitos: diseñar alas giratorias».

Cantero Villamil solicitó en 1910, señala Federico Suárez, la patente de invención de «un procedimiento e idea para obtener la sustentación de un cuerpo o aparatos en el aire, y a la vez la propulsión si se quiere, ambas cosas al tiempo o separadamente, por medio de ruedas especiales de una o más paletas, movibles, inclinándose gradualmente». Tales «ruedas sustentadoras» poseían una «aplicación» fundamental: «sustituir a las grandes y frágiles superficies alares de sustentación de los aeroplanos, y hasta las hélices propulsoras, y permitir el arranque desde el suelo, sin necesidad de velocidad previa de traslación». El ingeniero creía firmemente en su proyecto. De ahí que construyese «a sus expensas» dos prototipos de helicóptero». Las pruebas se efectuaron en el aeródromo de Cuatro Vientos, de Madrid. Cantero Villamil soñaba «con una libélula gigante, la "Libélula Española", capaz de moverse en el aire con libertad absoluta». Existieron unos desarrollos del invento, que estuvieron acompañados por unos ensayos de vuelo, aunque su obra no haya sido encontrada tras la Guerra Civil.

Los historiadores locales definen a Cantero como un hombre emprendedor, culto y liberal. Y, profesionalmente, revolucionario. Zamora arrumbó el viejo quinqué y se alumbró con luz eléctrica por este ingeniero. La familia del ingeniero tiene el propósito de ceder o donar una parte del legado documental de aquél a varias instituciones, y una de ellas es el Archivo Histórico Provincial... Aportan luz al pasado zamorano, que Cantero se propuso modernizar.