El periodista Javier Hernández Hernández pronuncia el pregón de la Semana Santa en su ciudad, en Zamora. Unas palabras que serán "un homenaje a los míos" sintetiza este hombre nacido el día de la romería del Cristo de Morales. La cita hoy a partir de las 12.30 horas en el Teatro Ramos Carrión.

-El año pasado pronunció el pregón en Madrid y ahora le llega el turno a Zamora.

-El de Madrid lo di con toda la ilusión del mundo e intenté organizar un acto que fuera una caja de resonancia para Zamora, que fuera mediático y tuve la suerte de que me acompañaron bastantes compañeros de profesión. La presidenta, Isabel García, al concluirlo me nombró pregonero del año siguiente en Zamora. Pregonar la Semana Santa de Zamora en tu tierra para un cofrade como soy yo es una gran alegría, sin duda, un gran regalo. Hablando hace unos días con Carlos Herrera, con quien siempre discuto qué Semana Santa es mejor si la de Sevilla o la de Zamora, le decía que pronunciar el pregón es el mayor honor que le pueden otorgar a una persona. Yo cambio todos los reconocimientos profesionales por dar este pregón. Darlo delante de los míos es una responsabilidad muy grande, pero también una satisfacción. Recordaré a los pioneros que hace muchos años pusieron en marcha la Junta pro Semana Santa y a quienes han trabajado mucho por esta celebración.

-Usted es un hombre que siente mucho la Semana Santa, pero solo desfila en dos cofradías.

-Sí solo soy del Vía Crucis y del Silencio. En la primera debo de tener uno de los números más bajos porque me inscribieron antes en la cofradía que en el registro civil e incluso hice la mayordomía hace unos cuantos años. En el Silencio empecé a salir por mi abuelo Benjamín, luego por mi abuelo Liberto, otros años por mi padre? de tal forma que he estado muy ligado a ella. Mis dos referentes son el Nazareno de San Frontis y el Cristo de las Injurias. Mi amigo y compadre Javier Ruiz Taboada, en mi pregón el año pasado en Madrid, dijo que mi verdadero oficio era ejercer de zamorano. He tratado de ser un altavoz reivindicativo para alabar las virtudes y riquezas de mi tierra y de mi provincia y no olvidarme de ella. He vuelto a los compañeros y los oyentes locos con el Yacente, con la marcha de Thalberg y en cada programa especial de Semana Santa cuelo algo referente a Zamora. Siempre tengo la manera para que la Semana Santa de Zamora esté presente porque así me lo pide el corazón.

-¿En el panorama nacional recibe su importancia?

-Creo que sí se la valora porque en cuando hablas de Zamora la gente piensa en su Semana Santa y su Románico. No obstante, desde la distancia, me da la impresión de que nos estamos quedando un poco dormidos.

-¿A qué se refiere?

-No damos pasos hacia delante. Tenía que existir una mayor coordinación para vender mucho mejor las bondades de nuestra tierra. Estamos metidos en guerras de guerrillas absurdas que no construyen. Seguimos acomplejados. Nos lamentamos de que no hay industria, pero hay muchísimas otras riquezas que tenemos y de las que podíamos presumir. Tenemos que romper con los complejos que tenemos y dar un paso al frente. Hay que ir todos a una porque tenemos una ciudad preciosa y tenemos unos pasos de Semana Santa magníficos, aunque quizá no sean los mejores de toda España, y tenemos una historia tan rica tras nosotros que tenemos que ponerla en valor. Además, las Semanas Santas de alrededor se están moviendo mucho mejor que nosotros. No debemos olvidarnos de cuidar lo que tenemos.

-¿Lo que nos hace ser diferentes de otras?

-Efectivamente. La Semana Santa de Zamora tiene un sello de identidad en cofradías como las Capas, como el Vía Crucis, ese silencio por las calles del Miércoles Santo? todo eso lo tenemos que saber vender.

-Su momento de la Semana Santa es ?

-Tengo varios. Para mí es muy emocionante cuando el Nazareno de San Frontis entra en la iglesia y accede a los acordes del Himno Nacional. Es un momento en el que a mí se me saltan las lágrimas porque siempre tengo presente que esa puerta de San Frontis me voy a encontrar con mi madre. Pese a sus 82 años, baja a buscarnos. Es el momento en el que mi padre, que vive con gran ilusión estos días, llega tras el paso pese a su edad. El otro momento es el inicio, el juntarnos todos. Es una maravilla que mi hermana Pilar pueda salir en la cofradía y que hayan podido acceder las mujeres porque era algo que yo no entendía y que he intentado cambiar por todos los medios. Durante unos años a quienes queríamos la entrada de las mujeres nos decían que íbamos contracorriente y me cabreaba mucho... El tiempo ha hecho que seamos más los que salimos de mi familia.

-De sus palabras se desprende que en su Semana Santa la familia es un ingrediente importante.

-Sin duda. El componente familiar es fundamental. Creo que el amor por la Semana Santa lo llevamos en el ADN porque uno de los propulsores de la Junta pro Semana Santa fue mi abuelo Liberto.

-A mayores ¿qué pilares están presente en sus días de Pasión?

-El componente religioso también resulta primordial. Es el momento de acompañar al Cristo y durante tres horas agradecerle el poder estar un año más a su lado, el estar todos los míos juntos y hacer con Él balance de lo bueno y de lo malo. Yo entiendo así la oración.

-Lleva más de 40 años procesionando. Aporte una cara y una cruz de la celebración.

-Me gusta que se siguen manteniendo las tradiciones, la ilusión y la pasión de la gente que conforman la Semana Santa. Me acuerdo que la primera vez que desfilé en el Vía Crucis salimos desde la iglesia de San Andrés y éramos como mucho 180. Los niños salíamos con unos banderines descoloridos y era muy familiar. Echo en falta un poco una cofradía más familiar, pero ahora somos muchos más hermanos. Me gusta que acuda mucha gente a ver los desfiles, pero hay excesivo ruido en las calles. Hemos perdido el silencio y el respeto que había antes en las calles.