Si las encuestas en España tienen un amplio historial de fracasos a lo largo de los últimos lustros y eso cuando todo parecía mucho más fácil porque solo había tres bandos en danza, el PP, el PSOE y la abstención, me da a mí que ahora con la incorporación a la fiesta de Ciudadanos más Podemos y su matrimonio reciente con Izquierda Unida, prestar mucha atención a los datos demoscópicos viene a ser como dice el dicho, perder tiempo y dinero.

Pero el caso es que la del CIS de esta semana está generando picores y sarpullidos a granel, y eso sin decir nada que sorprenda demasiado a nadie que se acerque a ella. Queda no obstante para tirios y para troyanos un punto de fuga. Los unos pueden decir que aunque la muestra del CIS es siempre la más amplia, cabe que con una pequeña desviación durante los días de campaña varíe el signo de un buen número de diputados, que sin ser especialmente grande sí pueda ser determinante a la hora de sumar mayorías la noche del 26-J. Los otros pueden acogerse a que lo importante es la tendencia que marca y como además el CIS realiza las entrevistas con mucha antelación, probablemente los resultados a estas alturas estén ya incluso más marcados de lo que a primera vista dice el papel.

Sea lo uno, lo otro o ninguna de las dos cosas, es lo cierto que todo el mundo asume que el PP no va a mejorar resultados, que el PSOE sigue cayendo, que Unidos Podemos puede perfectamente ser la segunda fuerza política y que Ciudadanos sale perjudicado por los arrastres de restos que la unión de la ultra- izquierda va a conseguir por efecto de la ley D´Hondt y el descomunal respaldo mediático con el que cuentan.

Y, llegados a esta conclusión, uno vuelve a acordarse de tópicos ya tan manidos como los que hacen referencia a "morir de éxito", a la amargura de ciertas victorias o a la dulzura de algunas derrotas. De lo primero tal vez algo puedan aprender el PP de Rajoy y su grupo dirigente y mucho también los que desde ese mismo partido no comparten criterio pero mantienen un bien-pagado silencio.

La estrategia de mi expartido lleva muchos meses yendo en la línea de potenciar a Podemos para que aunque Rajoy se descalabre, el PSOE siempre quede por detrás. De ningunear y torpedear a Ciudadanos porque coinciden en parte en su espectro electoral. Van teniendo éxito, pero su victoria puede ser amarga si la suma del centro-derecha cada vez se aleja más de la mayoría y las izquierdas pisan la mayoría absoluta. Dulce derrota la del PSOE si con un desastroso resultado pueden ser la llave decisiva.

Rajoy en esto ha preferido que la llave esté en Podemos y el PSOE y no en Ciudadanos. Él sabrá por qué, pero España no lo merece.

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