Podía expresarme con el término acuñado por Gonzalo de Berceo, pero los tales bemoles dichos en román paladino sonarían de forma tan grosera, tan inconveniente, sobre todo cuando se escribe que, aunque me gusta expresarme claramente y sin rodeos, opto por los bemoles cuyo correspondiente conoce todo hijo de vecino. Y tiene bemoles, por lo menos como los del caballo de Longinos, lo que los dirigentes de Ahora Madrid que gobiernan desde junio del pasado año el Ayuntamiento de Madrid valoran hacer.

Como la capital de España no tiene otras necesidades más urgentes, Carmena y sus muchachos valoran si cambiar o no el nombre de calles de artistas e intelectuales vinculados con el franquismo. Algunos por el hecho de haber nacido en tiempos de Franco. Ya es obsesión, ya. En honor a la verdad debo decir que aún no han aclarado, entre otras cosas porque ni ellos mismos se aclaran, qué tipo de vinculación consideran intolerable para estar en el callejero de la ciudad. Es verdad que los nombres que figuran en la lista negra de Carmena tuvieron relación con el franquismo o las derechas en algún momento de su vida y ocuparon algún tipo de cargo en el régimen.

Pero es que en esa tesitura se encuentra gente como Dalí, Mihura, Bernabéu, Manolete, Luca de Tena o el mismísimo Juan Antonio Samaranch que se afilió de joven a la Falange y fue procurador en las cortes franquistas. Luego, llegó donde llegó, pero eso le importa un bledo a la señora Carmena y sus muchachos que desconocen los méritos que atesoran los dichos y otros doscientos más. Es chocante la inclusión de personajes que murieron antes del estallido de la guerra civil y la de otros que fueron fusilados en nombre de la República Española. Por todo delito: el hecho de tener simpatías más o menos manifiestas por partidos o ideas de derechas. El caso más evidente es el de don Pedro Muñoz Seca, de ideas monárquicas y creencias católicas, que fue fusilado en una de las más graves matanzas cometidas en la zona republicana, la de Paracuellos del Jarama. Con lo que de retirarse, también se incumple la Ley de Memoria Histórica.

El autor de "La venganza de Don Mendo" tiene una calle dedicada cerca del madrileño parque del Retiro que peligra. Los de Carmena, tan puntillosos ellos, a lo mejor se han cabreado al conocer que con una visión futurista increíble, don Pedro los retrató hace cien años, concretamente en su sainete "La casa de la juerga". En la escena primera del cuadro segundo el autor pone en boca de Antoñito la siguiente reflexión, que no requiere más comentarios: "Tengo un borrico canelo más sabio que un profesó, con orejas de ministro y ojos de gobernaó. Rebusna como si fuera diputao ministerial y se come hasta el pesebre como cualquier consejal. Yo quisiera que a mi burro lo sacaran diputao porque otros siendo más burros a ese puesto ya han llegao. Pero temo que de serlo vaya a quedarme sin él, porque como allí habrá tantos, no lo voy a conocer".