A buenas horas. Ya lo ha dicho la presidenta de Madrid, Cifuentes: que además de sobrar corrupción ha faltado humildad en su partido, el PP. Ahora, y antes, tras el fracaso en las elecciones municipales, autonómicas y generales, cuando ya no es que hayan visto las orejas al lobo sino al lobo entero que amenaza devorarlos, de repente cambian la lejanía por la cercanía, la antipatía por la empatía, el sectarismo por el pluralismo, el encastillamiento por la cultura del pacto, la soberbia y la altivez por la sencillez y la humildad obligadas. Solo que ya no cuela, porque todo rezuma falsedad.

El disfraz se extiende a todos o casi todos los niveles, aunque los que perdieron en mayo sigan sin ocultar su resentimiento y revanchismo. Todo lo que hacen los nuevos ayuntamientos está mal, cuando en la mayoría de los casos era imposible hacerlo peor. Pero es que además la forzosa modestia se les nota demasiado. Rajoy, el que ahora anda llorando por los rincones a ver si consigue el apoyo del PSOE, llegó a Benavente y obvió el saludo al alcalde socialista de la ciudad. Y es que no lo pueden evitar, son así, cuestión de genética en unos casos, de mimetismo en otros. Por eso la ciudadanía ha votado mayoritariamente el cambio total que puede o no hacerse realidad pero que sí hará diferentes las cosas.

Dentro de este peregrinar por los caminos obligados del diálogo y el entendimiento a los que fuerzan al PP las circunstancias y unas elecciones que han dejado la gobernabilidad del país en el alero, aunque con más posibilidades de inclinarse hacia la izquierda que hacia la derecha, cabe destacar ese acercamiento que se ha producido de forma casual entre el presidente de Castilla y León y el alcalde de Zamora tras ocho meses en el cargo. Herrera y Guarido se vieron en Madrid, en la Fitur, intercambiaron saludos, el alcalde le recordó los asuntos pendientes y el presidente se interesó por todo ello y prometió un encuentro con la primera autoridad municipal. Todos contentos, aunque a saber si la visita se producirá y cuándo y cuáles serán sus resultados.

Sea como fuere, la Junta de Castilla y León no podrá olvidarse de Zamora en este año concreto, por la celebración, aunque nada más sea, de Las Edades del Hombre, en Toro, un acontecimiento que traerá mucho turismo a la provincia. Bien que se necesita porque según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística el año pasado descendió el número de visitantes y pernoctaciones hoteleras, mientras que se incrementaba en el resto de la región. En 2016 no va a ser así, pero de lo que se trata es de aprovechar el rebufo de la magna exposición sacra para que el auge no sea flor de un día o de un año como ya ocurriera cuando Las Edades llegó a la capital. Habrá que moverse para ello, y eso aunque los zamoranos valoren mucho el uso austero que el equipo de gobierno de su Ayuntamiento, formado por IU y PSOE, está haciendo del coche oficial, con kilómetros contabilizados y viajes oficiales concretos indicando el motivo del desplazamiento. Total igual que cuando los derroches anteriores.