No tiene nombre lo que las compañías de telefonía y las eléctricas nos hacen a los usuarios, clientes o llámelo usted como quiera. Todos los cebos que nos tienden son solo eso: cebos para que piquemos, nos enganchemos a sus carros respectivos para que luego nos arrollen. Ciertas publicidades engañosas debieran contar con el control del organismo correspondiente que, por lo que se ve y se sabe, no hace nada para impedir los fraudes de los que unas y otras nos vienen haciendo objeto.

Hay que ver la engañifa de que Telefónica hizo objeto a sus usuarios con el tan traído y llevado "Movistar Fusión". El acabose. Una gozada para el usuario. La mejor oferta que ninguna otra empresa de telefonía podría iguales. Y con la garantía de Telefónica. ¡Qué sinvergüenzas! Menos mal que hay organizaciones de consumidores como Facua que defienden nuestros intereses porque, de otra forma, estaríamos perdidos. Todo iba muy bien con lo de la tal Fusión y con una tarifa que prometían eterna, hasta que un buen día, debieron levantarse con los calzoncillos del revés y se dijeron, "vamos a jorobar a estos prójimos" y así lo hicieron subiendo la tarifa más de la cuenta hasta el punto de que sale de ojo.

Pues bien, el titular del Juzgado de lo Mercantil número 8 de Madrid ha admitido a trámite la demanda que Facua presentó el pasado junio contra Telefónica por la subida que la compañía realizó un mes antes en las tarifas Movistar Fusión. Al loro, porque esta asociación ha indicado que en los próximos días el juzgado hará un "llamamiento" a los casi cuatro millones de perjudicados, entre los que me encuentro, que podrán sumarse a la causa de forma gratuita. Están tardando mucho.

Al proceso judicial pueden sumarse tanto los afectados que han seguido en Movistar, verbi gratia servidora, como los que se dieron de baja como consecuencia de la subida y que no debieron ser pocos. Es que nos engañaron. Es que han cometido un fraude, uno más. Es que existe una especie de indefensión para los usuarios. Es que la Justicia no puede dejarnos tirados. Tiene que actuar con rigor, impedir, en este caso a Telefónica, salirse con la suya y demostrarles que no se puede ir por la vida engañando al público. El fraude está a la orden del día cuando de políticos hablamos. Pero es mucho peor cuando de eléctricas y empresas de telefonía se trata.

Cinco euros de golpe fue mucha subida para un paquete que se prometía de larga duración y que, repito, fue una engañifa de principio a fin. Telefónica se escuda en la evolución y mejora de sus prestaciones. Evolución y mejora que ni se ha visto ni se ha oído, ni se la espera. Lo único que bien se sabe es que con la subida de cinco euros la compañía aumentará sus beneficios en más de 220 millones de euros anuales. Usted mismo.