Se acaba de celebrar el Día de los Mayores que, como todas las conmemoraciones semejantes de cada fecha del año, sirven para recordar y concienciar a la sociedad de la existencia de hechos y problemas concretos que requieren solidaridad y solución. Nada más justo que tal celebración, que lleva ya 25 años en los calendarios y que sirve en cada ocasión para que las personas mayores, de más de 60 años de edad, hagan oír a través de sus colectivos unas reivindicaciones que van de lo personal y social a lo económico, porque como ha dicho el presidente de la Confederación Española de Mayores, los jubilados sirven para algo más que para jugar a las cartas y al dominó en sus centros y asociaciones.

Ocho millones de mayores hay en España, una cifra capaz de decidir por sí misma unas elecciones y poner o quitar gobiernos, lo que hace que los partidos políticos se interesen vivamente por las personas de edad en cuanto llega la hora de acudir a las urnas. En realidad, más que interesarse por ellos por lo que se interesan de verdad es por su voto, que tratan de conquistar como sea. Pero siempre desde arriba. Se le promete el aumento de la pensión, aunque luego se incumpla alevosamente alegando la debilidad del sistema. Un 0,25% es lo que vienen subiendo cada año las pensiones, tan poco que casi es nada, con la excusa de la crisis, por lo que han sido los mayores uno de los colectivos sociales más perjudicados en cuanto a pérdida de poder adquisitivo y en quienes más han repercutido el desatado incremento del IVA y los impuestos locales. Con una pensión media de 875 euros -que aun es menor en algunas regiones y provincias, caso de Castilla y León y Zamora- hay quienes apenas pueden hacer frente a los gastos básicos, entre los que se encuentra el copago de los medicamentos -la mayoría con enfermedades crónicas- y así no es de extrañar que casi el 50% se encuentren en el umbral de la pobreza, pues, además, hasta un 27 % de los pensionistas se ven obligados a ayudar a familiares todavía en peores condiciones económicas debido a situaciones de paro de larga duración que suele afectar a hijos y nietos.

Todo un panorama que aleja a los mayores españoles de esta envidiada estampa típica de los jubilados de Alemania o de los países nórdicos que se pasan meses en las costas españolas disfrutando del sol y del calor. En la región castellano-leonesa, los pensionistas cobran una media de 868 euros que en el caso de las pensiones de viudedad se reducen a 619. Y más aún en Zamora, la tercera provincia más envejecida de España, tras Lugo y Orense, y cuyos más de 30.000 jubilados perciben una media de 829 euros mensuales. Una situación difícil para todos, también para los gobernantes que siguen estudiando cómo modificar el sistema de cara al futuro cercano, aunque ya se sabe de sobra que sea la que sea la solución, los paganos serán siempre los mismos. Antaño, los catecismos recordaban la obligación de respetar a los mayores en edad, dignidad y gobierno. Ahora, los mayores lo son solo de edad, en cuanto a sus derechos. Conservan la dignidad por sí mismos, no porque se preocupe de ello la sociedad, y están excluidos, salvo en raras ocasiones y minoritarios sectores, de los órganos que gobiernan.