Me llega estos días infinidad de información de grandes y pequeñas editoriales, sobre la presencia de sus autores en la Feria del Libro de Madrid. Todos los autores se prestan a firmar sus nuevos libros en un enclave en el que se honra a esos «amigos» que nunca decepcionan. No hay ciudad española donde no se celebre su particular Feria del Libro. Es de las pocas oportunidades que se nos ofrecen de gozar de los libros fuera de los anaqueles de las librerías. Callejear con los libros es una forma tan válida como otra cualquiera de acercarlos a los lectores. Hay que sacar la cultura a la calle. Se me ocurren mil formas distintas. Esta es una de ellas.

De la Feria del Libro en Zamora no se sabe nada. Se dice, rumorea y comenta que no hay ayuda institucional y que por eso no se puede llevar a cabo. Me parece un grave error. Se subvencionan cosas absurdas, mal llamadas arte y en su manifestación más amplia mal llamada cultura, y se da de lado al libro, compañero ideal de tantos momentos del día y de la noche. No se entiende muy bien que Zamora deje perder la ocasión de celebrar esta Feria que siempre ha contado con su público y en la que se ha tenido a los escritores de la tierra como fetiche.

Quiero reivindicar a todos y cada uno de nuestros escritores. A los que hacen de la independencia una virtud, a los que escriben en libertad y sin ataduras ideológicas, a los que honran al libro con su inspiración y con su imaginación. A todos los escritores zamoranos que no se han prostituido en función de una subvención que, en todo caso, nunca paga su esfuerzo y que, a través de las páginas de sus obras han sido y son capaces de superar el obstáculo del tiempo y conectarse con otras generaciones. Buenos escritores cuyos nombres están en nuestras mentes y que estaban esperando la cita de la Feria del Libro para reencontrarse con todos nosotros en esa enorme biblioteca en la que se convierte una plaza en función de los libros.

El que guarda, halla, dice el proverbio. Lamentablemente no se ha sabido guardar si quiera que unos fondos, por pocos que fueran, con el fin de sufragar la feria largamente esperada que, en otras provincias cercanas a la nuestra, pueden disfrutar en calles y plazas que hacen honor a los libros. Qué poca sensibilidad. Y qué pena. El libro ha recibido un NO municipal, rotundo. Hubiera merecido la pena el esfuerzo. Lamentablemente, de dónde no hay, no se puede sacar. Y eso a pesar de Borges. Sostenía el autor argentino: «De los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro; todos los demás son extensiones de su cuerpo… Sólo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria». Pues ni por esas. Nos hemos quedado sin Feria como yo me quedé sin abuela. Lo siento por nuestros escritores. Vaya para ellos nuestra fidelidad y la recompensa de la lectura de sus obras.