Triste pero cierto: al dar la primera noticia del atentado mortal en Mondragón, el informador del programa televisivo preguntó si el criminal suceso influiría en las elecciones. Pregunta lógica, compartida por muchos, ya que así están las cosas. ETA ha conseguido alterar gravemente el proceso electoral, con la supresión del programado cierre de la campaña. Algún muñidor se ha precipitado en atar cabos. He aquí el torticero razonamiento; ETA exigía la abstención; entonces la mejor respuesta a su acto terrorista de ayer, es la votación masiva. Es probable que el avisado lector se malicie que el argumento apunta también a otra diana. Acierte o no el suspicaz, la conclusión es cierta: Menguado concepto tendríamos de la democracia si supeditáramos a la iniciativa de una organización terrorista el cumplimiento de nuestros deberes ciudadanos; votar es una obligación de todos aunque ETA intente impedirlo por las malas. Por eso es necesario rechazar por insuficiente y peligroso el tópico que reduce el proyecto fundacional de ETA a debelar la democracia, cuando todo el mundo sabe que su objetivo principal es mucho más ambicioso y que por lograrlo ha multiplicado los atentados terroristas antes y después de la Transición a la democracia. Pero el voto es oficio de demócratas no de terroristas: es de esperar que el último asesinato de la banda no tendrá en las urnas el efecto buscado.

Afirmó el poeta que el mañana no está escrito. No hay pronósticos seguros, sobre todo en elecciones. En los sondeos se confunden conjeturas y deseos, juicios y querencias. Para los candidatos ha llegado la hora de las dudas angustiosas; el que se creía vencedor a pies juntillas, se siente atacado por dolorosos pujos de desconfianza; el presunto perdedor ha columbrado cambios favorables; uno y otro se encuentran unidos por un desasosiego que les altera los nervios. Un tantico fanfarrón, Mariano Rajoy se proclama vencedor contra todos; solo frente al peligro. En cuanto a la victoria... las urnas lo dirán; la soledad del PP entre los partidos ha devenido en costumbre; soledad ostentosa; apodíctica, palabra que en solemne ocasión le lanzó a Unamuno Juan Monévar. Solos también, obligados a rancho aparte, sus electores. Rajoy no pesca en los caladeros que Zapatero considera suyos, con razón: asociaciones de cónyuges homosexuales, lesbianas y viudas; sindicatos e infinidad de artistas, cantantes, músicos, pintores, intelectuales de diferentes categorías profesionales notables, etc, etc.

Coincidían en reciente debate televisivo en advertir que el PP no se había preocupado en hacerse con amigos y si en algún momento lo intentó, no logró resultados visibles. Vaya usted a saber si los contertulios no exageraban; uno de ellos aludió a las carencias del PP en el mundo mediático, de absoluta necesidad y conveniencia para el ejercicio de la política. Los socialistas han entendido mejor la parábola del administrador listo que supo prepararse para un tiempo peor; la moraleja política de la parábola podría consistir en que un partido deje a su gente situada para el cambio.

O no estaba muy seguro de la victoria o ha pretendido alcanzarla por muchos más votos. Resulta sorprendente, a veces patética, la arengaria llamada de Zapatero a sus electores para que acudan a votar como un solo hombre. Ya nos había extrañado el lema electoral "¡Vota con fuerza!": no parece que la fuerza sea necesaria para introducir la papeleta en la urna. La misma sensación de inseguridad en el resultado de las elecciones se advertía en la convocatoria de PAZ (Plataforma de Apoyo a Zapatero), en el Círculo de Bellas Artes, entidad cultural de contradictorias peripecias; menos explicable parece la ultimísima plataforma formada por jueces y fiscales de renombre que ha motivado fulminante reacción del presidente del Poder Judicial. No parece absurdo suponer que dos acontecimientos han ensombrecido el talante de Zapatero: la sentencia del Tribunal Supremo de Andalucía que admite la objeción de conciencia a la enseñanza de Educación para la Ciudadanía y el descubrimiento de una fosa con restos de asesinados en Alcalá de Henares durante la Guerra Civil. El descubrimiento ha sido tan "inoportuno"que se ha mantenido en secreto más de un mes. El asunto va a dar que hablar por aquello de las dos medidas de la Memoria Histórica.