Son las vacas de raza autóctona Alistana-Sanabresa y Sayaguesa, junto al asnal de Zamorano-Leonesa y la oveja Castellana Negra, parte del oro genético de la provincia de Zamora, originarias de la zona oeste y fronteriza con Portugal: Aliste, Tábara, Alba, Sanabria, Sayago y La Carballeda. Parte ellas imprescindible de nuestros pueblos, junto a sus hombres y mujeres cuando aunque hubiera que trabajar de sol a sol, de la anochecida al amanecer, aún nos quedaba la esperanza de sobrevivir y pensar en el mañana sin sumirse en la tristeza.

Cuando el Ministerio de Agricultura cerró el último censo a año completo, el de 2016, los números no engañan, delataron que las amadas "vacas del país" -así las llamaban nuestros abuelos- viven una tendencia evolutiva de recesión, como raza en general y como hembras reproductoras. Nos quedan 3.108 reses, ni una más ni una menos, de pura sangre y seguimos en picado en peligro de extinción, muy lejos de aquellos años tras la Guerra Civil donde 35.000 vacas, bueyes y toros araban nuestros campos como parte vital de un medio rural abierto a una esperanza hoy también en recesión. El pasado año se registraron solo 811 nacimientos, de los cuales se inscribieron en Libro Genealógico más machos, 415, que hembras: 396 aspirantes a reproductoras. Teoría, pues en la práctica solo 250 pasaron al registro definitivo.

Si exceptuamos una ganadería en Extremadura con 63 ejemplares, y otra en el País Vasco con 5, el grueso de las reses, 3.041 se ubican en 41 ganaderías de Castilla y León, donde el 75% se encuentran aquí, en Zamora.

En 1995 nacía la Asociación Española de Criadores de Bovino Selecto de Alistana-Sanabresa para velar por la pureza de la raza y llevar el Libro Genealógico, y es de agradecer las ayudas de la Diputación Provincial de Zamora.

Roberto Fuentes Gervás en Carbajales, Oscar Puente Cabrerizo en Tábara y Alberto Hernández Heras en Andavías son sólo un pequeño ejemplo de jóvenes ganaderos que han apostado por la Alistana-Sanabresa como medio de vida, como Antonio Domínguez Hernández o Manuel Zurdo Huertas por la Sayaguesa. La realidad es la que es: son ya muchos pueblos alistanos, sayagueses y sanabreses donde las vacas han desaparecido de la faz de la tierra: no queda si un solo ejemplar. Los mismo que las burras y las ovejas negras que daban la lana para las Capas Pardas. Los ganaderos, solo ellos, pueden salvar nuestras razas de pura sangre. Una labor de sonrisas y lágrimas en la que nunca deben estar y caminar solos porque en su manos esta el medio rural.