La lluvia, el abandono y el deteriorado estado en que se encuentra el convento de Santa María del Soto en Villanueva de Campeán es lo que ha propiciado el derribo de una de las paredes de piedra perimetrales que rodea el edificio monacal que preside una localidad por donde transcurre la milenaria Vía de la Plata. El monasterio, que en su día tuvo cierta prosperidad, es a día de hoy una ruina en la que sigue destacando la fachada de la iglesia, con aires de barroco clasicista, que se aprecia en los dos cuerpos rematados por un frontón. Las crónicas históricas hablan de un convento en el que se instaló un grupo de franciscanos de la Tercera Orden en 1406, en torno a una ermita situada en ese mismo lugar, siendo obispo de Zamora Alfonso de Illescas. La dotación religiosa, enclavada en lugar de tránsito para los peregrinos, estuvo en funcionamiento con más o menos esplendor hasta la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, cuando fue enajenado y posteriormente vendido a diferentes propietarios, sufriendo un lento y grave deterioro del que nadie se hace cargo y en la actualidad del edificio en ruinas sobresale la portada, que aún conserva algunas imágenes.

Hace ya algunos años, a instancias del Ayuntamiento que presidía entonces Jesusa Alonso , fue incoado expediente de declaración como Bien de Interés Cultural, hecho que al menos evitó la compra-venta por piezas de los pocos elementos que quedan en pie.

A pesar de que está invadido por la maleza y en ruinas destaca su planta en un paisaje de viñedos, dentro de la demarcación del pueblo cabecera de la Denominación de Origen Tierra del Vino.