El predominio del sexo masculino sobre el femenino pone en un muy grave peligro las relaciones amorosas y por consiguiente la proliferación de parejas y matrimonios que tengan hijos y garanticen el cambio generacional y el futuro en la mayor parte de los 102 núcleos de población que integran los 31 municipios de Aliste, Tábara y Alba.

Así lo denuncian los propios habitantes de la Raya y lo demuestran lo datos del Instituto Nacional de Estadística. La falta de niños y adolescentes comenzará a poner en serio peligro el futuro de los pueblos con menos de 100 habitantes, la mayoría, con el cierre de todas las escuelas locales.

Los datos son demoledores: la Raya cuenta actualmente con 16.432 empadronados, de los cuales 8.499 son hombres y 7.933 mujeres. Ello supone una diferencia de 566 féminas menos, lo cual trae consigo un índice de masculinidad del 107,13%.

La diferencia, que a primera vista pudiera parecer corta, tiene muy graves y preocupantes consecuencias pues menores de 16 años hay 830 (446 varones y 384 mujeres), incrementándose la diferencia de los dieciséis a los sesenta y cuatro con 8.649, de ellos 4.919 varones por 3.730 féminas. Al llegar a la tercera edad son las mujeres, 3.819 , las que superan con creces, en 685, a los hombres, 3.134.

La diferencia de sexos comienza ya en la infancia, de 0 a 4 años, donde con 192 , los niños, 106, ya superan en 14 a las niñas, 92. En la segunda etapa infantil, de 5 a 9 años, la diferencia va en aumento y de 270 sólo 112 son féminas frente a 158 varones. De 10 a 14 la cosa se nivela con 362 adolescentes: 182 varones y 180 mujeres. Pero es sólo un espejismo casual.

El paso de la infancia a la juventud es donde comienza a desestabilizarse la balanza porque las mujeres son quienes antes apuestan por la emigración ya sea para estudiar o trabajar. Así, de 15 a 19 años, coincidiendo con la primera etapa de noviazgos y amoríos, la diferencia ya es de 24, pues de 525 hay 271 varones frente a 254 féminas. El declive se afianza de los 20 a los 24 con un -34 (372 frente a 306).

La cosa empeora en la edad casadera, de los veinticinco a los veintinueve, cuando de 789 el numero de hombres asciende a 461 y las mujeres a 328 (-133).

Los períodos más críticos los encontramos ya entre los treinta y cinco y los treinta y nueve años: 465 hombres por 327 mujeres. De 40 a 44 los hombres superan a las mujeres en 115, de 45 a 49 la diferencia sube a 223.

A parir de los 50 años comienzan a invertirse las cosas y hasta la edad de jubilación hay 3161 residentes, de ellos 1.771 hombres por 1.390 mujeres. Tal es así que de los 60 a los 64 años las féminas (540) ya son sólo 45 menos que os hombres (585).

La cumbre de los 65 años revienta las estadísticas y por primera vez, hasta los 69, las mujeres, 622, superan ya a los hombres (+21). La mayor longevidad femenina y la mortandad masculina lleva a que en la tercera edad las viudas, muchas más, y los viudos, menos, favorezcan el incremento femenino que entre los setenta y los 74 años ya es de 857 frente a 723 (+134).

Entre los 70 y 74 hay 1.620 personas (956 mujeres y 764 hombres), de setenta y cinco a setenta y nueve 1720 (856 frente a 764) y de ochenta a ochenta y cuatro 1.308 (739 mujeres frente a 569 hombres). A partir de los 85 años la diferencia es aplastante de +268: de 1.222 residentes, 745 son mujeres y solo 477 hombres). Amor y soledad mantienen su guerra abierta en la Raya.

l Adolescencia: llegados los 16 años las mujeres lideran la emigración, muchas de ellas para estudiar en la Universidad y otras a trabajar.

l Éxodo rural: En el medio rural fronterizo se deja notar en el grupo de jóvenes adultos, aproximadamente entre los 20 y 30 años, llamados por la bonanza laboral de la ciudad frente la imposibilidad de poder trabajar en los pueblos.

l Estrangulamiento: las mujeres que emigran se casan y permanecen en la ciudad. Los hombres solteros regresan al pueblo a partir de los cincuenta años.

l La crisis: la mayoría de los varones sin estudios encuentran trabajo en el sector de la construcción. Tienen prestigio los encofradores y ferrallistas alistanos desde la construcción de los saltos de Ricobayo y Castro, Villalcampo y Aldeadávila.

l Retorno obligado: El derrumbe del sector del ladrillo y la crisis económica ha traído consigo el regreso a los pueblos de cientos de solteros de 20 a 50 años.