Los caminos entre los pueblos ya no se transitan, las fincas no se aran y el monte bajo es el dueño del paisaje hasta dentro de los pueblos. En Avedillo de Sanabria, un pueblo que no llega a los 30 vecinos durante todo el año, sus residentes ven con preocupación como el matorral ha trazado un peligroso círculo de combustible alrededor del pueblo, peligroso por el miedo que tienen sus habitantes a que se produzca un incendio y destruya las casas por la ausencia de limpieza tanto de las administraciones como de los particulares. El reciente incendio de Valdespino, donde ardieron dos casas, levanta esa preocupación al igual que el incendio en San Martín de Castañeda donde se quemaron cuatro casas. Manuel Montero es de los pocos residentes que se afanan en desbrozar no solo caminos sino también fincas particulares incluso las que no son de él, para evitar que su casa peligre, ya que está situada en la calle Palilla, en la parte más alta del pueblo. Hace varias décadas todo lo que se ve «eran fincas que se sembraban» en el entorno del Barrio Ferrero y Las Cortinas y la Cañada Fonda. La situación de Avedillo no es exclusiva, decenas de pueblos de Sanabria y la Carballeda están en las mismas condiciones de proliferación de «maleza» para los residentes o «sotobosque» para los ecologistas.

Se aprecia con claridad la diferencia entre los terrenos por los que ha pasado Montero con una desbrozadora. En una gran finca de castaños su propietario le ha dado autorización para limpiarla, terreno que abre una brecha y un cortafuegos entre el matorral. El estado más lamentable es el de los caminos, incluidos los que abrió en su día la Consejería de Medio Ambiente que ahora están cerrados por falta de uso. No hay turistas que transiten por él. En todo caso algún vecino.

El camino tradicional que comunica Avedillo con Sotillo, aparte de estar mal señalizado y que atraviesa la finca y el paso de la familia Montero, está cerrado a pocos metros de comenzar la ascensión casi ante la puerta de los residentes. El camino va por otro lado rodeando las casas por encima. La primera imagen que se aprecia ya en el camino real es que el entorno de la caseta de cloración de aguas está cercado por la vegetación que ha proliferado esta primavera.

Los vecinos del barrio denuncian precisamente el abandono por parte de la administración local, en este caso del Ayuntamiento de Cobreros. «En mi tierra, que soy de la Mancha, esto no se ve. Está todo cuidado» dice una vecina de la Calle de la Palilla. Ahora está más poblado por la afluencia de veraneantes con casa y fincas en el pueblo. Buena parte de lo que eran fincas de cultivos son ahora el ecosistema de las zarzas. Pequeñas huertas y cultivos de frutales minifundistas dan un respiro a la vegetación frondosa. Este año las lluvias han contribuido al crecimiento del matorral por todo el pueblo. Los árboles y arbustos a las orillas de los caminos han cerrado el tránsito, o cuando menos es dificultoso por las zarzas y las escobas, hasta por los frondosos helechos que buscan sombra y humedad. El tramo de camino que ha despejado Montero se distingue claramente. La familia Ribeiro tiene el mismo problema, prácticamente viven rodeados de matorral entre los caminos y las fincas porque ni las administraciones ni los propios vecinos se preocupan de mantener limpios al menos aquellos espacios más próximos a las viviendas, incluso en el centro del pueblo. Juani Ribeiro es una de las más preocupadas por el estado de abandono «si hay un fuego se nos mete en casa». En algunos casos desbrozar fincas ajenas ha desembocado en la denuncia del propietario, lo cual hace que a la hora de quitar la maleza en la propiedades ajenas uno se lo piense.

Dentro de la Consejería de Medio Ambiente estaba contemplado un plan piloto para la limpieza de los perímetros urbanos de los municipios de Manzanal de Arriba y de Cobreros. Avedillo, en el Ayuntamiento de Cobreros, era precisamente uno de los núcleos prioritarios por estar enclavado a media ladera, metido en el monte, que dicen los residentes. De los trece pueblos del término los de la parte alta son los más poblados de sotobosque y con mayor riesgo de incendios. La ejecución del plan no se ha hecho hasta ahora realidad. Entre los más interesados está Manuel Montero que ha comprado maquinaria, de pequeñas dimensiones, para poder entrar por fincas y caminos «se podían crear puestos de trabajo y empleo en los pueblos, tener a dos o tres personas contratadas» pero las inversiones no han llegado mientras el monte es cada vez más exuberante. Los Ayuntamientos tienen la obligación de mantener las vías públicas, incluidos los caminos, pero no pueden obligar a mantener las fincas minifundistas limpias y tampoco pueden actuar dentro de ellas. Precisamente la falta de modernización de la propiedad agraria, donde las parcelas minúsculas son irreconocibles, y la desaparición del ganado ha abierto la veda para la llegada del fuego.