Ser cruce de caminos no siempre trae cosas positivas. Vivinera vio como la remodelación de la Nacional 122 a finales de los años ochenta le partía el termino en dos convirtiéndose en zona de paso para otros y en frontera para ellos. La autovía amenaza con podría partírselo otra vez y los vecinos, a través de sus autoridades, ya han dejado claro que están cansados de verse perjudicados.

-Ustedes ven en la solución elegida por el Ministerio de Fomento un claro problema para Vivinera y los intereses agroganaderos.

-Somos un pueblo que solamente tenemos alrededor de mil hectáreas y de ellas menos de doscientas son buenas, valen para algo. Si hacen la autovía por el trazado nuevo nos dejan sin nada, quienes se dedican a la agricultura y la ganadería, van a tener que buscarse otra cosa. Aparte que nunca podríamos ya hacer la concentración parcelaria.

-¿Cuales son los problemas del trazado nuevo y oficial?

- Es una alternativa que se separa de la Nacional 122 y va por donde hemos hecho el pozo de sondeo y el depósito del agua, más de cinco kilómetros, desde la raya con Arcillera a la de Alcañices. Nos cruza por toda la zona más productiva del pueblo, tierras de labor, praderas y prados cercados, casi todas propiedades particulares. Si a ello le unes las rotondas de acceso y reposición de caminos, nos dejan sin nada. Nos arrasan alrededor de cincuenta hectáreas.

-¿Cual hubiera sido la alternativa más viable para quienes vivís habitualmente en Vivinera?

-Nosotros siempre propusimos y proponemos como alternativa la «Variante Sur», dejando el pueblo a la derecha, que la autovía entre la Base Aérea de Medio Ambiente y Portugal. En el termino del «Majadal» y «Carrascal» de Vivinera son todo terrenos públicos con cuatro jaras y urces, y en el «Alto Rabizos» de Alcañices igual. Esa sería la alternativa mejor puesto que no nos perjudicaría a nadie.