Decenas de personas despidieron ayer por la tarde a Jesús Alonso Llamas, que recibió un gran homenaje por parte del cuerpo de la Benemérita, al que pertenecía.

A los familiares, amigos y vecinos del pueblo de Villabrázaro se unieron multitud de representantes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, entre los que estaban el Director General de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, la Directora General de Tráfico, María Seguí Gómez, el general de Zona, el general jefe de la Agrupación de Tráfico, así como el Subdelegado de Defensa, el subinspector jefe de la Policía Local, entre otros más cercanos como miembros de la Comandancia en Zamora o los propios compañeros de servicio del joven que murió tras ser atropellado y que tan sólo tenía 37 años.

El delegado del Gobierno en Castilla y León, Ramiro Felipe Ruiz Medrano, así como la subdelegada del Gobierno en Zamora, Clara San Damián, enviaron muestras de condolencia a las personas más cercanas del fallecido, resaltaron su «gran profesionalidad» y el orgullo que esto supone para el servicio público. Recalcaron ambos que era un día triste el de ayer y recordaron el compromiso que el cuerpo de la Guardia Civil tiene con los ciudadanos. No faltaron tampoco representantes políticos de Villabrázaro, Benavente y otros pueblos cercanos.

Su localidad natal, Villabrázaro, fue la que ayer le dio el último adiós entre honores. Dos coches fúnebres cubiertos por coronas de flores y escoltados por motoristas de la Guardia Civil hicieron que el silencio se instaurase a su llegada. El féretro, cubierto con la bandera de España, fue llevado a hombros al entrar y salir en la iglesia. El templo estaba tan lleno que mucha gente tuvo que quedarse fuera para escuchar la homilía por los altavoces instalados. Al entrar sonó el Himno Nacional, mientras que al finalizar la Eucaristía los miembros de la Benemérita entonaron el Himno de la Guardia Civil y la canción de «La muerte no es el final».

Numerosas personas quisieron dar su último adiós con su camino hasta el cementerio, donde varios agentes realizaron la salva, es decir, varias armas que disparan al aire a la vez y que suenan a una, cumpliendo con el protocolo de actos fúnebres a aquellos que mueren en actos de servicio. A la esposa del fallecido se le entregó la bandera nacional, un tricornio y una medalla como condecoración.