Laureano Rivera, conocido como "El Cura" en el sector inmobiliario de Zamora ha fallecido con más de 90 años y ha sido enterrado en la más estricta intimidad, como fue su deseo expreso antes de la muerte, indicaron fuentes de su ámbito de amistad.

Laureano Rivera fue realmente sacerdote, de ahí su apodo, y ejerció en Bermillo de Alba y Zamora. "Era el capellán del cementerio y tenía un R-10 verde", recuerda su amigo Luis Fraile. Posteriormente pasó a llevar las obras del Obispado hasta que deja los hábitos y comienza en el mundo de la promoción inmobiliaria, con los conocidos como "los Cacharreros" de San Lázaro.

Su primera promoción es un edificio situado en la calle San Atilano, el primero de una serie de construcciones por toda la ciudad. Levantó, entre otros, varios de los bloques de Las Viñas, edificó en la zona del pabellón Ángel Nieto y también tuvo mucha actividad en Toro Se estima que pudo estar detrás de la promoción del entorno de las tres mil viviendas, sobre todo con su empresa Inmobiliaria Zamorana.

Fue además un importante propietario de suelo y tenía fincas entre Pereruela, de donde procedía, y Zamora, dedicadas a la cría del ganado.

"Sobre Laureano Rivera hay opiniones para todos los colores", reconoce su amigo Luis Fraile, "pero conmigo se portó muy bien. Era un hombre de los de aquella época, que miraba mucho la peseta. Yo le servía materiales de construcción y no era fácil venderle, porque achuchaba mucho, pero siempre tenías la seguridad de que cobrabas".

"Era una persona muy inteligente", destaca Fraile, quien describe una personalidad "peculiar", pero que dio trabajo a mucha gente.

Laureano Rivera estuvo implicado en la Asociación de Promotores Inmobiliarios de Zamora y en la Cámara de Comercio de Zamora. Hacía ya tiempo que había dejado la empresa en manos de sus sobrinos, ya que, aunque casado, no tenía hijos.