La Opinión de Zamora

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Las iglesias en tiempos del Cerco de Zamora

El medievalista Charles García argumenta que los templos eran erigidos por la propia población para “mayor gloria de Dios” y sin una finalidad predeterminada

El historiador Charles García, en el centro, en la presentación del nuevo libro sobre el Cerco. | E.F.

En el siglo XI dentro de la muralla, incluso en la parte más antigua del casco, había tierras de labor, huertas, caminos, “había pequeñas aldeas donde edificaban sus iglesias que eran la Jerusalén Celeste”, defendió el miércoles el medievalista Charles García en su charla en la Alhóndiga, enmarcada dentro del ciclo de ponencias divulgativas sobre el Cerco de Zamora organizadas por el Ayuntamiento de Zamora con motivo del 950 aniversario del episodio histórico.

El experto precisó que “edificaban las iglesias sin ninguna función directa, sin ninguna utilización directa sino para mayor gloria de Dios sin ninguna relación con la población existe y no perseguían ningún disfrute estético”.

El reputado medievalista zamorano, natural de Belver, remarcó que la concepción de la religión actual nada tiene que ver con la perspectiva de la sociedad medieval que “era holística es decir que la religión lo ocupaba todo. Para ellos no había una separación entre lo profano y lo religioso, y para ejemplo Las siete partidas que mezclan el proceso judicial o la religión” y enfatizó que el zamorano de la época del Cerco y el actual solo tiene en común una cosa, “la sangre”.

El profesor titular de civilización medieval en la Universidad de Poitiers, que insiste en que hay que mirar la historia pasada dejando a un lado las concepciones y planteamientos actuales, explicó que el excedente de riqueza “lo petrificaban y lo hacían para la eternidad”, siendo su construcción una tarea en la que todos colaboraban “era la caritas medieval”. También desvinculó la proliferación de templos con la población, dado que en aquellos momentos “rondaba las 3.500 habitantes, es decir que toda la ciudad, incluida los niños entraban en la Catedral”.

El integrante del Centre d’études supérieures de civilisation médiévale aportó que la sociedad medieval “desconocían la geometría euclidiana” y los templos los erigían “conforme a la altura del hombre ideal que es Jesucristo y la altura en la Edad Media era de ocho palmos” y en su construcción se implicaba toda la población “especialmente con su trabajo físico quieres carecían de medios económicos”.

El medievalista argumentó que “el estilo románico fue inventado por unos eruditos normandos e ingleses a principios del siglo XIX” y en el medievo hacían los templos “a ojo de buen cubero, como podían, como sabían y conforme los medios que tenían en ese momento”, aunque atestiguó que “había influencias que ayudaban a mejorar”. Justificó la realización de ventanas pequeñas indicando que “ no sabían elevar en altura sin que se hundiera”. Pese a que el arte entendido como disfrute estético no existía en la época medieval incluyeron las tallas y pintura “como homenaje y agrado a Dios”.

El investigador compartió que “las plazas no existían” en la Zamora medieval puesto que aparecieron “a finales del siglo XVI”. García profundizó en la concepción de que la ciudad “estaba formada como por aldeas y donde mejor se ve todavía es en San Claudio de Olivares.

La población elegía un punto elevado de terreno para levantar un templo, fundamentalmente la catedral, junto a las murallas, como el caso de San Juan o los desaparecidos San Pablo y San Torcuato, “donde el muro de la muralla tuvo una doble función”, y también a las orillas de los principales caminos. En este sentido el investigador, que ha publicado numerosos libros y sobrepasa las 70 publicaciones especializadas publicadas en castellano, en inglés y en francés, esgrimió que “Zamora funcionaba como la circulación de la sangre en la que la catedral era el corazón que impulsaba todo, era el impulso espiritual que iba a las iglesias. La seo purificaba y oxigenaba todo y se nota en las procesiones mayores que salían de la catedral realizan el recorrido y regresaban nuevamente” al primer templo diocesano.

Charles García describió que en Zamora existía un tridente. “El carral mayor que salía de la Catedral hasta la actual Renova de la que surgía la actual Santa Clara, San Torcuato y San Andrés que posteriormente se transformó en pentadente al aparecer la calle de Balborraz y la calle de las Lonjas”.

Los zamoranos de esa época tenían como centro de la sociedad la iglesia, donde también se les enterraba. “La gente se agrupaba para vivir con los muertos y alrededor de la iglesia estaba el cementerio. Los garantes de las tradiciones eran los muertos y para acceder al templo tenías que atravesar el cementerio, antes de entrar pensaban en sus muertos que en aquella época gobernaban a los vivos”. Además los cementerios presentaban tapias porque “eran un lugar de protección sagrada”.

La iglesia, era concebida como un espacio “concéntrico y sagrado de lo más valorado a lo menos”, donde “el espacio central es el altar mayor donde tiene lugar la consagración, el momento en el que el cielo entre en contacto con la tierra y conforme se iban alejando iba ganado el aspecto profano”, comentó el investigador que aclaró que “no todas las iglesias eran parroquias”.

El medievalista indicó a la hora de situarse la población en el templo los señores se situaban en buen lugar, pero sin destacar pues “hacerlo mucho era mal visto por la sociedad y también por Dios” y que la iglesia tenía que “dar cuenta de lo bueno y lo malo, que lo ponían en la parte negativa, la izquierda”.

Respecto a las advocaciones, el zamorano habló de la existencia de modas. “En la época anterior fueron santos mozárabes para posteriormente optarse por santos más europeos como Santo Tomás Cantuariense”.

Charles García, referencia en la investigación de la historia del Reino de León, sostuvo que la abundancia de templo en la ciudad, él estima que hubo unos 45 pero también da por bueno los planteamientos de otros colegas que elevan la cifra a casi 60, “el caso de Zamora se puede explorar a cualquier ciudad medieval”.

Nuevo libro en torno al mito y la realidad del hecho que marcó a la Zamora medieval

“El Cerco de Zamora. Historia, leyenda y legado cultural” es el nuevo libro editado por la UNED y el Ayuntamiento de Zamora que trata de aportar información sobre cuánto hay de real y cuánto es colectivamente imaginado en la historia del Cerco. La publicación, que ha contado con el apoyo fundamental de la UNED de Zamora, supone una reedición revisada y actualizada de un número anterior del Studia Zamorensis de la UNED editado en el año 2016 coordinada ahora Arsenio Dacosta y por Charles García.

En ella se recogen una serie de artículos de expertos sobre distintos aspectos que tienen que ver con el Cerco en los que se reflexiona especialmente sobre cuánto y qué fue real y cuánto y qué ha sido añadido por el imaginario colectivo de la ciudad. Del libro se ha realizado una pequeña tirada de 250 ejemplares que se distribuirán por colegios y bibliotecas de Zamora pero también podrá descargarse íntegramente en formato digital, en la página web del propio ayuntamiento y en la web del Cerco, www.cercodezamora.com. El centro de la UNED de Zamora también ha colaborado con el Ayuntamiento en la efeméride del Cerco en la elaboración de los textos y las grabaciones de las audio-guías de la ruta del Cerco que se presentó este verano y en la coordinación del ciclo de conferencias divulgativas sobre el hecho histórico.

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