“Lo importante es que no están obedeciendo a planes previstos, es algo que les viene de más abajo”. Estas palabras pertenecen a Agustín García Calvo, el poeta octogenario que, año y medio antes de morir, salió a las plazas y conectó con decenas de jóvenes veinteañeros ávidos de comprensión y desahogo; deseosos de soltar la rabia que les generaba ese escenario de crisis que ponía en jaque la comodidad de las vidas que les habían vendido. Ellos fueron los indignados y protagonizaron aquel movimiento que se llamó 15M. Hoy se cumplen diez años desde que la mecha se prendió.

Los indignados, una década después

Las primeras llamas brillaron en Madrid, pero el fuego se extendió por toda España. En Zamora, los indignados acamparon en la plaza de la Constitución durante más de un mes, formaron asambleas temáticas, debatieron sobre política, economía y conflictos sociales, se atrevieron a imaginar un mundo sin corrupción y clamaron por “una democracia real”. En aquella época, los ecos de la crisis de 2008 retumbaban más fuerte que nunca, habían puesto en el precipicio al Gobierno socialista de Zapatero y, sobre todo, habían llevado al límite de su paciencia a toda una generación. Esta realidad se trasladó a las calles, en un contexto marcado por la campaña electoral de las Municipales, y el grito de aquel colectivo no dejaba lugar a la interpretación: “Queremos el fin del bipartidismo”.

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En aquel escenario, por la plaza escogida por los indignados zamoranos pasaron centenares de personas, muchas nacidas en los 80 y entregadas poco antes a un mercado laboral destrozado por el impacto de un paro desbocado y por unos recortes feroces en todos los sectores. Una de esas protagonistas fue Beatriz Cepeda, que vivió aquella época entre Madrid y Zamora y que recuerda, una década más tarde, que ese movimiento supuso para ella el fin de la desconexión con su ciudad de origen: “Compartí charlas con gente de mi generación a la que no conocía y vi que había jóvenes que querían hacer cosas y tenían iniciativa”, explica la zamorana.

Los indignados, una década después

Cepeda halló en aquella plaza “personas con inquietudes”, con las que compartió acampada y reflexiones: “No cambiamos el mundo, pero surgieron ideas y a mí me abrió el círculo de contactos”, subraya. ¿Y qué se buscaba? “Queríamos derechos sociales y que la economía no fuese tan agresiva. El gran triunfo de aquello fue que se normalizó la protesta. De hecho, durante la última década han crecido de forma radical las manifestaciones del Orgullo o las feministas, por poner dos ejemplos”, apunta.

Ahora, ese tiempo queda muy atrás: “El momento político es muy diferente y da un poco de pena recordarlo”, asegura Beatriz Cepeda, que se queda con lo positivo de “aquel empujón” y con esa lucha emancipada de los partidos.

Los indignados, una década después

En una de las imágenes de esa época, Beatriz Cepeda aparece escuchando con atención las palabras de otro de los jóvenes que se implicó intensamente en ese movimiento. Su nombre es Víctor Prieto, que se sitúa hoy “lejos de todo aquello”, pero que mantiene “el orgullo” de haber sumado su voz al grito de las plazas: “Fue la primera vez que participé en un acto con significación política y lo recuerdo como algo muy bonito, aunque siento que se ha diluido”, señala el zamorano.

El 15M vino acompañado de muchos sentimientos: hartazgo, rabia, indignación... Pero, sobre todo, despertó la ilusión de miles de personas. “Queríamos un cambio a nivel político y social”, rememora Abel de las Heras, uno de los rostros visibles del movimiento en Zamora, un hombre que entonces tenía apenas 25 años y que reconoce, una década después, que “se consiguió poco”.

De las Heras apunta, como gran conquista, la existencia de “una mentalidad más crítica a la hora de votar”, aunque los presidentes del Gobierno han mantenido el carné del Partido Popular o del PSOE. Sí surgieron alternativas fuertes que lograron terminar con el bipartidismo férreo que imperaba entonces, aunque las capitulaciones de Albert Rivera (Ciudadanos) o Pablo Iglesias (Podemos) simbolizan también lo complicado que es abrirse paso para los aspirantes.

En el caso concreto de la formación morada, De las Heras explica que el partido “aprovechó el tirón” del 15M, aunque cree que la situación “se le fue de las manos”. Más duro se muestra Pablo Novo, que el 15 de mayo de 2011 cumplió 16 años, en pleno despertar de su conciencia política, y que hoy sopla diez velas más como concejal de Izquierda Unida en Zamora: “Podemos es un engendro político que debe desaparecer”, asevera.

Novo también escuchó a Agustín García Calvo en la plaza y considera aquella como “una experiencia muy interesante”. Ahora bien, lamenta que partidos como Podemos aprovecharan el tirón para “desmembrar y desmovilizar a la izquierda”.

Al hilo de esto, una de las preguntas que sobrevuela el ambiente es si la victoria de IU en Zamora, cuatro años más tarde, tuvo uno de sus orígenes en el movimiento de los indignados. Novo estima que la razón principal hay que buscarla en la tarea de oposición realizada por Guarido y los suyos, y el politólogo Manuel Mostaza sigue la misma línea: “Tiene más que ver con una ciudadanía que reconoce el trabajo político realizado”.

Lo cierto es que, en plena explosión del 15M, las Elecciones Municipales de 2011 le dieron la mayoría absoluta al Partido Popular de Rosa Valdeón en Zamora. De hecho, la persecución a los políticos tras la investidura queda como uno de los momentos más polémicos de la movilización: “Fue todo pacífico y sirvió para abrir la conciencia de la gente”, justifica Abel de las Heras.

Aquel fue uno de los últimos capítulos del 15M en Zamora. Unos días después, tras más de un mes de acampada, las tiendas y los carteles desaparecieron de la plaza. Y, tras el cierre, surge otra pregunta: ¿El movimiento triunfó o fracasó? “Aquí no hay ni éxito ni fracaso, simplemente un descubrimiento del descontento”. Palabra de Agustín García Calvo.