Cansada de la temporalidad de su antiguo trabajo como bombera forestal en una cuadrilla helitransportada, la zamorana Laura Fernández decidió dejarlo todo por volverse al pueblo gracias a la apicultura. Su abuelo siempre tuvo colmenas y ella guardaba en la memoria muchos momentos junto a él en el campo. "En verano veía las colmenas de corcho y comía trocitos de panal con ese sabor terroso a miel con polen incluido", recuerda. Quería emprender en algún negocio relacionado con la agricultura o la ganadería y finalmente apostó por la apicultura. En 2015 dio el paso definitivo junto a su pareja y crearon La miel de Laura en el pequeño municipio de Escober de Tábara. Ayer, su stand era uno de los más concurridos de Meliza por la instalación de un pequeño panal acristalado en el que se puede observar con detalle a las abejas en plena faena de producción. "Yo me he vuelto al pueblo por este trabajo, si no, no me hubiera vuelto. No te haces rico pero para vivir y pagar mis cosas, tengo".

La portuguesa Manuela Miguel optó por el mismo camino un poco antes, hace quince años. Su marido llevaba en el sector más tiempo y, fruto de la necesidad de comprar aperos para su beneficio propio y el de conocidos, abrieron una tienda en Macedo de Cavaleiros. Entre ahumadores, raspadores y levanta cuadros, Manuela analiza una de las principales problemáticas del sector: la avispa asiática. "A nuestro pueblo llegó en noviembre y se está extendiendo por todos los sitios, no va a ser cosa buena", barrunta. "La velutina se reproduce muy rápido y cuando la vemos ya es tarde. Y tenemos que sensibilizar a toda la población, a los apicultores nos come las abejas y nos destroza los nidos, pero a la gente le va a picar, va a haber un problema de sanidad pública muy grave", advierte.

El coordinador provincial de UCCL, Enrique Cortés, apunta otro problema: la adulteración. "El 20% de los productos que vemos en los supermercados en realidad son mezclas de jarabes con miel y nuestra reivindicación es que se aplique el modelo de resonancia nuclear magnética para diferenciar los orígenes de los azúcares que hay dentro del bote", explica.

Quienes mezclaron la miel con otras sustancias pero con objetivos más benévolos fueron los jóvenes Nerea Rodríguez y Carlos Fernández. Como buenos amantes de la cerveza, estos leoneses decidieron crear la suya propia con un toque de miel. Y por muy extravagante que suene la idea, no es nueva. "El hidromiel es la primera bebida alcohólica registrada, es predecesora del vino y de la cerveza", cuenta Laura. Su pareja es apicultor y juntos decidieron formar la empresa. Desde el año pasado, ya cuentan con fábrica propia. "Empezamos siendo nada pero ahora vamos creciendo, que eso es lo importante". Lo que costó más fue ponerle nombre a la marca pero al final se decantaron por 28 lunas. "Antiguamente en Babilonia, cuando había una boda, el padre de la novia le regalaba a su yerno hidromiel para 28 lunas para asegurar la descendencia de la pareja, antes los años se medían en ciclos lunares y creían que la hidromiel era afrodisiaca".