Una treintena de personas acudieron a la cena de Nochebuena que todos los años organiza Protección Civil con el fin de que los usuarios de los comedores sociales, que cierran en esa jornada, puedan estar atendidos y también para que ninguna persona pase tan entrañable cita sin nadie con quien compartir mesa y mantel, salvo que voluntariamente lo desee, claro.

La cena, explica el jefe de la Agrupación de Voluntarios de Protección Civil de Zamora, José Ramón Trigueros, estaba prevista para en torno a 47 personas, aunque como suele ser habitual, al final se acercaron menos, seguramente porque hay gente que se apunta por si acaso pero después puede encontrar una mejor opción. El listado inicial, explica Trigueros, se elabora teniendo en cuenta las previsiones que manejan los comedores sociales de la ciudad y los CEAS (centro de acción social), que suelen ser las entidades que mejor conocen a los zamoranos que pueden estar interesados en acudir a esta cita. Eran concretamente 34 las personas previstas en el listado inicial, a la que se fueron añadiendo siete transeúntes, tres usuarios del hogar de la Tercera Edad de San Lázaro, una pareja que pide a las puertas de los supermercados para comer y algún otro comensal, como el hombre que está habitualmente por la calle tocando una lata o cualquier utensilio que le permita llevar el ritmo de la percusión.

Un autobús se encarga de recoger a los comensales para trasladarlos hasta el colegio Corazón de María, que cede sus instalaciones del comedor escolar para celebrar la cena.

Un equipo de voluntarios de Protección Civil se encarga desde tiempo antes de enviar las cartas a los distintos establecimientos que donan alimentos o platos cocinados y de recoger todo lo que las empresas van ofreciendo.

Con eso se elabora un menú completo, en el que no faltaban sopa de marisco, lomo de ternera loncheado, bacalao, merluza o codornices. "Preferimos que los menús estén ajustados al número de concejales", explica el jefe de Protección Civil, con el objeto de evitar que sobre comida. La que está en buen estado se envía a las hermanitas de la Caridad, como este año ha ocurrido con parte de la sopa de pescado. Durante la velada son también los voluntarios de Protección Civil los que se encargan de tener a punto la comida y servir las mesas.

Este año, por cierto, no han recibido la visita del alcalde de Zamora, como solía ser habitual en los tiempos de la anterior inquilina de la Casa de las Panaderas. Y tampoco el grupo de Protección Civil se ha arrancado a cantar villancicos, ya que ninguno de sus componentes se veía con facultades para actuar ante el público.

En todo caso la cena discurrió por los cauces de la normalidad, aunque hubo un par de percances, uno con la caída de una usuaria de camino a la cena y otro con la indisposición de un comensal que obligaron a utilizar la ambulancia que también altruistamente presta servicio ese día para trasladar a quienes tienen movilidad reducida.