Las oleadas de vandalismo en el barrio de Pinilla han acabado con la paciencia de sus vecinos. La última acción delictiva ocurrió a finales de julio, cuando "partieron el contador de la piscina y su alambrera", retrotrae Artemio Pérez.

No es la primera vez que el campo de fútbol de Pinilla se convierte en diana de los vándalos. Hace año y medio amaneció totalmente destrozado, con grandes agujeros, la tierra removida y con restos de excrementos de perros. Para el barrio fue especialmente doloroso comprobar cómo los 1.800 euros que desde la asociación vecinal se invirtieron en la resiembra del campo se echaron a perder.

Robos de bicicletas, destrozos con piedras de los cristales de las cajas de contadores con la rotura de sus fusibles, estropicios en las piscinas y estragos en el resto de instalaciones comunitarias son algunos de los desperfectos que Pinilla ha ido acumulando durante los últimos años. Aunque la directiva ha seguido adelante con las infraestructura comunitarias, aseguran que "hasta aquí hemos llegado y si no nos ayudan, nos plantamos".