A punto de finalizar su contrato de trabajo en España, recordó su estancia en verano en la isla de Malta y decidió, con el empujón de una amiga, que era el momento de dar un giro a su vida profesional. "En ese momento trabajaba en Recursos Humanos y como cuidadora en un centro de personas con discapacidad y decidí probar suerte en otro país", recuerda Patricia González Mulas, natural de Morales del Vino y licenciada en Psicología en la Universidad de Salamanca, además de un máster en Dirección de Recursos Humanos.

No es la primera vez que reside en el extranjero, ya que dos años antes había estado en Dublín, realizando un curso de idiomas para mejorar su inglés. "Fue una experiencia muy buena y a raíz de ahí se me abrió mucho la mente y fue cuando me entró el gusanillo de vivir una aventura fuera de mi país", recuerda.

Lo que más le llamó la atención de Malta fue su antigüedad. "Los edificios son bastante viejos y apenas invierten en infraestructuras. Es como la España de hace treinta o cuarenta años, pero eso también forma parte de su encanto", indica. Además, considera que malteses y españoles comparten muchas cosas. "Tienen el típico carácter mediterráneo, son extrovertidos y suelen hablar muy alto. A menudo parece que están discutiendo y en realidad están manteniendo una conversación normal", observa. Aun así, también ha habido cosas a las que le ha costado adaptarse, desde los horarios de las comidas y cenas "demasiado tempranas" hasta el hecho de que no existan las persianas "y en Malta amanece mucho antes que en España", se queja.

Agradecida a la isla, esta zamorana reconoce que Malta le ha ofrecido muchísimas cosas "Para empezar, una oportunidad laboral, cosa que en España es casi imposible de encontrar. Me he sentido valorada a nivel profesional, porque dejé mi país bastante frustrada. Es muy deprimente dedicar ciertos años de tu vida a estudiar y prepararte para verte luego en casa esperando una oferta de trabajo que nunca llega", recuerda.

Allí trabaja como consultora de Recursos Humanos para una empresa que se dedica a la selección de personal para las casas de apuestas y casinos online, "un sector que se encuentra en auge en este momento y sobre todo en Malta, que tiene una ley más permisiva respecto a la empresas de este sector", explica. Esta profesión, además, le da la oportunidad de tener contacto a nivel internacional. "La mayoría de nuestros clientes están en Malta, pero también tenemos muchos alrededor del mundo, al igual que los candidatos que seleccionamos. Es un trabajo muy dinámico que implica hablar continuamente con gente de todos los países y culturas, teniendo que adaptarte a los diferentes acentos que tienen las personas", reconoce.

Por ese motivo, el idioma es imprescindible para moverse en la isla. "Los malteses son bilingües, hablan maltés e inglés y muchos de ellos también saben italiano. En mi trabajo es totalmente necesario y sabía que si quería encontrar una oportunidad tendría que coger un buen nivel, por lo que decidí venirme", razona. Un puesto en el que se siente "muy valorada", destacando que sus superiores "siempre están abiertos al diálogo, a escucharte. Les gusta la gente que aporta ideas, que sabe trabajar en equipo. Es un lugar al que vas feliz cada mañana a trabajar y eso era lo que viene buscando hace un año".

Además de lo profesional, destaca también que la isla la ha tratado bien a nivel personal. "Es muy difícil explicar lo que sientes cuando vives en el extranjero. Aquí las cosas van a una velocidad vertiginosa. Los días pasan volando, cada semana ocurre algo nuevo y conoces a mucha gente que termina ocupando un lugar muy importante en tu vida. Continuamente están con personas de diferentes culturas y nacionalidades, lo que te hace abrir la mente y descubrir que no todo es blanco o negro", argumenta.

Por otra parte, la calidad de vida en Malta es muy buena. "Salir por ahí y hacer planes es relativamente barato, a lo que hay que sumar el buen tiempo así que las barbacoas en la playa o las fiestas en las azoteas y salidas en barco son actividades habituales en los ratos de ocio", enumera. Los malteses, además, están acostumbrados a este tipo de inmigración, "aunque a veces se les nota cierto racismo y están un poco cansados de los extranjeros", puntualiza. Respecto a los españoles, "hay toda una comunidad en la isla y es muy común reunirse con gente de tu propio país. Es un lugar pequeño y todos acabamos conociéndonos", apunta.

Eso no le impide, como tantos otros, acordarse cada día de su Zamora natal. Aunque ha regresado en varias ocasiones, la última estas mismas Navidades, reconoce que echa mucho de menos la familia y los amigos, "además de la comida de la madre, porque no hay ninguna igual", asegura.