Un entorno en el que conviven las nacionalidades abre las puertas al intercambio cultural. Más, si cabe, en unas fechas como las actuales. Familia, regalos y religión aparte, la Navidad se distingue por su carácter gastronómico. Esos días donde no importa cuánto comer. Y, por supuesto, también por el aspecto solidario. Dos pilares fundamentales de las pascuas que en la Escuela de Idiomas han entendido a la perfección. Por ello, para despedir este 2014, los diferentes departamentos, con profesores y alumnos a la cabeza, han organizado una subasta a beneficio del Banco de Alimentos y una señora merienda con las más suculentas recetas de los países representativos del centro idiomático de la capital.

Por una tarde, la Escuela de Idiomas se convirtió en un centro gastronómico internacional. Divididos por los diferentes departamentos idiomáticos, cada clase preparó una merienda a base de recetas clásicas de los respectivos países. Los alumnos de italiano, por ejemplo, convirtieron su aula en una "trattoria" a la zamorana. Pizza y pasta se erigieron en protagonistas, como no podía ser de otra manera. Y quienes acudieron a tan magno acontecimiento pudieron degustar estos platos como si realmente estuvieran en un local del Trastévere más profundo.

Pero el país transalpino no fue el único en ser representado a través de la comida. Los alumnos de inglés acordaron que la mejor manera de celebrar la Navidad gastronómica era a través de un concurso. "Los alumnos han sido quienes han preparado sus platos. Los probaremos y decidiremos quién ha dado con la tecla", explicaba una de las profesoras. Lamentablemente, este diario no ha podido conocer el escrutinio de tan apetitosa contienda, aunque las recetas eran dignas de Top Chef en su versión americana. Entre ellas, por supuesto, aparecía el célebre "American Pie", o pastel de manzana, que a buen seguro corrió mejor suerte en la Escuela de Idiomas que en la gamberra saga de películas para adolescentes.

En el departamento de español hubo 22 platos diferentes de cocina brasileña, portuguesa, saharaui, caboverdiana, ucraniana, alemana, francesa, etc todos ellos de bella factura y gusto excelente.

Pero si hubo una clase que destacó sobre el resto, al menos en cantidad, esa fue la de portugués. Los alumnos que estudian el idioma del país vecino encontraron a su disposición un auténtico recetario luso. Fatias húngaras, aletria à portuguesa, bolos de nata o filhos de abobora fueron algunos de los platos con fundamento de los que dieron buena cuenta para despedir este año 2014 con el estómago bien lleno.

Todo este festín, no obstante, no hubiera tenido sentido sin el acto solidario que lo precedió: una subasta a beneficio del banco de alimentos. "Los alumnos han donado trabajos realizados durante el curso, que ellos mismos han tasado, y que ahora se rifan. La recaudación íntegra irá destinada al Banco de Alimentos", destacaron desde la Escuela de Idiomas.