Ingeniero agrónomo de la organización UPA, José Manuel Delgado abrió ayer las charlas de Ecocultura para explicar las claves de la agricultura familiar en nuestro país.

-¿Qué importancia le conceden a la agricultura familiar en la actualidad?

-Con motivo del año internacional de la agricultura familiar, se ha constituido una comisión de varios países para visibilizar la importancia de esta actividad. En España, 18 organizaciones agrarias, rurales, ecologistas y universidades junto a la Federación de Municipios van a plantear jornadas, charlas y publicaciones para fomentar esta clase de agricultura. En la actualidad, estamos elaborando un memorándum que presentaremos a la Administración para demandar políticas que favorezcan esta actividad. La importancia radica en que más del 80% de las explotaciones de nuestro país son familiares. No se trata de familias que gestionen la explotación, sino que además vivan en ella.

-¿Qué políticas de protección piden a la Administración?

-En primer lugar, pedimos que se establezca un criterio para definir qué es la agricultura familiar con el fin de crear políticas adecuadas a las características de cada explotación, su dimensión económica, el territorio y el carácter profesional del agricultor. Estas ayudas deben ir más allá de la granja para alcanzar el territorio rural, donde existen enormes desequilibrios con falta de equipaciones. Es necesario hacer viable la vida en estas zonas para frenar el progresivo despoblamiento generando estímulos para que los jóvenes permanezcan en el ámbito rural o, incluso, que puedan volver.

-¿Cómo afronta la crisis el sector agroalimentario?

-El sector agrario lo pasa mal. Lo evidente es que cada día quedan menos agricultores y ganaderos en el medio rural, donde nos encontramos con políticas muy agresivas. Dicho esto, como al resto le ha ido peor parece que nosotros estamos sobrellevando mejor la crisis económica. Esto demuestra que la agricultura es un sector estratégico, no solo desde el punto de vista de la producción de alimentos, sino también en la gestión del territorio. De no existir, los pueblos ya estarían desiertos. Es una actividad que genera empleo, puestos de trabajo que son los que menos han sufrido en esta crisis.

-Pese a la oportunidad que brinda el campo, los jóvenes no apuestan todavía de forma importante por el medio rural...

-Hemos notado un incremento de solicitudes de jóvenes que quieren incorporarse al sector agrario. El problema radica en las condiciones de una deficiente infraestructura en el medio rural, donde la densidad de población es escasísima. Por eso, los jóvenes tienen a huir del pueblo y buscar actividades económicas que no existen en las provincias. En la actualidad, más de la mitad de los profesionales superan los 55 años de edad. Los que sí apuestan por el campo son innovadores y tremendamente activos.

-¿En qué momento se encuentra la producción ecológica?

-Hemos notado un incremento en la superficie cultivada en la última década, aunque también un estancamiento en los dos últimos años, dado que las políticas de fomento son insuficientes. España tiene un potencial tremendo, pero se debe proteger. A los productos importados no se les aplican las mismas exigencias que a los locales y pedimos que se equiparen los controles.

-El otro problema es el bajo consumo, ¿qué se puede hacer para que crezca?

-Alguna autonomía, como Andalucía, realizó políticas para incentivar el consumo en el pasado. Debe fomentarse con departamentos específicos en la Administración, pero también canalizando los productos ecológicos al consumo en hospitales y colegios. Ese consumo debe ir dirigido a la producción de aquí, no a los importados. Para eso, debe diferenciarse el país de procedencia en el etiquetado, que ahora se limita a registrar la Unión Europea, no la región.